A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

sábado, 27 de octubre de 2012

Caminos y trayectorias

Es curioso como las cosas cambian en una sola caminata. Al principio del camino estaba hasta entusiasmada de emprender un viaje y todo lo que miraba me parecía fascinante. No podía enfocarme en nada porque todo era nuevo para mí, nuevo y hermoso. Aprendí a reírme de mis caídas y me levantaba sin lágrimas en los ojos. Sin embargo, el camino se volvió monótono, el suelo cada vez era más difícil de caminar. Hubo días en que tenía que correr para seguir por el camino adecuado y el cansancio, más que las piedras, hacían que me derrumbara (por dentro y por fuera). En ocasiones ni siquiera tenía la fuerza suficiente para levantarme, aunque el piso fuera duro, prefería quedarme tirada. Ya nada me parecía interesante, todo era lo mismo. Sentía que iba por el mismo camino y que lo había recorrido un sinfín de veces, así que dejé de mirar a mi alrededor. Caminaba con la cabeza baja, sin rumbo fijo, sin , siquiera, tener una meta. Caminaba sólo para no quedarme estancada en un sólo lugar. Teniendo como único pensamiento el llegar a mi destino (ni siquiera sabía si había un destino).

Una noche, me detuve a pensar que me había perdido de mucho por no haber observado todo lo que me rodeaba. Decidí que sería bueno regresar y revivir momentos que no pude disfrutar por ir enfocada en terminar el trayecto. Pero, para cuando me decidí a hacerlo bien, era demasiado tarde. El camino se había borrado. Volver al pasado sólo iba a conseguir que me perdiera. Decidí seguir mi camino hacia adelante y, por pensar en el pasado no me fijé hacia donde me dirigía, caí en un barranco y de ahí ya no me pude levantar.

martes, 23 de octubre de 2012

Sólo brillas porque no hay luz que te opaque

Nada más recuerdo los detalles menos importantes de la última noche que estuve con él. En realidad ni me fijé si había estrellas en el cielo o si brillaba la luna llena. Sólo recuerdo tenerlo frente a mi, callado y serio, esperando a que alguno de los dos rompiera el hielo. Creo que fue él. Me dijo "¿qué te pasa?". Ni siquiera sé si le conteste o no, sólo estoy segura que el miedo a perderlo esa misma noche hacía que se me cerrara la garganta. Me costaba trabajo pronunciar una sola palabra y sus ojos me penetraban con una fuerza que temí por que él supiera mis mayores secretos.

Tal vez eso fue lo que más me angustiaba. Nada se sentía como debía sentirse. Él no estaba ahí en realidad. Estábamos en la fiesta, rodeados de gente, y al mismo tiempo él era al único al que podía percibir. A unos veinte centímetros de distancia todo se asimila tan tangible, tan real. Yo creo que si existiera alguna excepción él sería ésta. Por el simple hecho de que no podía mantenerse entretenido con mi sonrisa, ni interesado en mi cintura, ni obsesionado con mis labios. Estábamos ahí juntos pero a la vez cada quien en su mundo. Ha de ser ese el problema con nosotros los literatos.

Estando ahí a su lado empecé a extrañar al hombre que estuvo a mi lado no mucho tiempo antes. El hombre que jugaba, que me hacia reír, que me quería tomar de la espalda baja para robarme un beso. No pasó ni una hora para que ese hombre me abandonara como me han abandonado todos.

Me hubiera gustado inhalar su aliento más veces, como reserva por todo el tiempo que se alejará de mi. O sentir su barba acariciando mi cuello mientras él me besaba con pasión debajo de la oreja. O volver a oler su cabello y abrazarlo mientras le digo con la mirada que realmente lo quiero, aunque a él no le interese otra cosa que no sean mis pechos o mi cintura.

El error fue mío por entregarme a alguien que no quería mantenerme viva. Le entregué mi vida sin que la quisiera. Yo pensé que al irme él iba sufrir y no todo lo contrario. No pude ni verlo a la cara al alejarme.

Su esencia sigue aquí, debajo de mi lengua, pero está desapareciendo con el tiempo. Y con cada beso que ya no recibiré de su boca se me hace más complicado hacerme la idea de encontrar otros labios que me den todo lo que él consiguió darme en tan poco tiempo que tuvimos juntos. Y sí, puede que sea verdad que el futuro es incierto. Quizás en unos años nos volvamos a encontrar y yo ya no me sienta con la necesidad de arrancarle la ropa y, si es el caso, qué dicha. Pero no sé que voy a hacer si nunca lo vuelvo a ver.

Voy a enloquecer.

5 de agosto, 2012

viernes, 19 de octubre de 2012

Blanco

Ahora que recuerdo, hace unos días soñé que estaba encerrada en un cuarto blanco, con las cortinas abiertas y la luz del sol, que entraba por la ventana, iluminaba el piso de mármol blanco haciéndolo relucir como si fuera un espejo reflejando la luz solar. Ahí estaba yo desnuda, cubierta con una bata blanca, parecía estar internada en un hospital.

Recuerdo ver llegar a mi padre, cada vez más delgado y solo. Venía solitario a platicarme del exterior; yo no recordaba nada. No sé porque no estaban ni mi madre ni mi hermana y mi padre estaba casi perdiendo los ojos, se le veían rojos y ojerosos. Yo no sé que hacía ahí. Entonces, entraba una enfermera, me decía que era hora de mi medicamento. Puedo recordar que tomé las pastillas sin queja alguna, sin embargo pensé que era una ironía que yo me metiera esas cosas al cuerpo porque más que ayudarme me estaban lastimando, me hacían dependiente.

Mi padre me miraba mientras yo guardaba silencio y puedo decir que él sentía mi agonía, él sabía cuál era mi sufrimiento, él estaba sufriendo lo mismo que yo, estaba perdido al igual que yo y que mi hermana y que mi madre que nunca supe donde estaban y por qué no habían ido a visitarme. De repente se rompía el silencio, mi padre me decía que el día estaba muy lindo como para salir a caminar, yo le decía que no podía, estaba en cama.

Una hora después desperté, mi padre aún estaba ahí a mi lado, dormido. Intentaba levantarme para ir a la mesita de noche y servirme un vaso de agua. En cuanto pise el frío mármol él se despertó. Me miró con angustia, lo miré con incertidumbre. Seguí su mirada y encontré que sus ojos se dirigían a mi pierna ensangrentada. Goteaba líquido rojo. Nunca supe cómo fue que eso pasó. Luego las enfermeras me dijeron que había tenido una clase de bloqueo mental, que lo estaba negando para sentirme mejor, pero que la verdad era que quería morirme.

Cada una de las cortadas que tenía en la pierna me las había hecho con la misma navaja con la que mi padre se quitó la vida. Nadie había ido a verme, sólo estaba alucinando.

Agosto 6, 2012

miércoles, 17 de octubre de 2012

Te lo digo sin palabras

16 de Octubre, 2012; 14:00 aproximadamente. (Tú a mi lado)

Mientras me acariciaba la espalda con sus dedos sentí una tristeza inmensa, infinita, sólo de pensar que ese roce sería único y que estaría dentro de mi por siempre.

Mi piel absorbió cada caricia de las yemas de sus dedos obsesionándome con ese tacto y me invadió el miedo con sólo pensar que llegaría el día en que otro me tocaría suavemente la espalda y que esa sensación o esa pasión me llevaría por un instante a este momento en que tú estás a mi lado y tus dedos acariciándome la espalda me hacen creer que jamás me repondré de este instante.

Jamás me repondré de ti.

jueves, 11 de octubre de 2012

¿Que por qué escribo?

Hace ya varios meses tuve una actividad de clase donde tenía la tarea de responder a esta pregunta. Recuerdo que en ese entonces no me tomó ni un segundo describir las razones a esta acción. En verdad estaba completamente segura del porque de todo en mi vida y desde aquel día no me había dado el tiempo de re-pensar en esto.

Ahora mismo me lo pregunto y no sé. Pero hay muchas cosas, en diferentes aspectos de mi vida, de las que estoy más dudosa que decidida. Y, ¿por qué escribo? Para mi es casi imposible de responder a esta pregunta. No sé. Es como preguntarme «¿por qué respiro?» Es un mecanismo incontrolable, sólo lo hago. Si quiero sobrevivir lo tengo que hacer, no me queda de otra. Pero, igual que con la respiración, hay veces que quisiera morir e intento dejar de hacerlo.

Inevitable y patético. Al final del día ya ni lo pienso y sólo lo hago. No es algo que yo escogí. No es como pintar de verde porque es vida o de azul porque es adiós. Es simple y es literal. Escribo y eso me llena y me conmueve.

Sin embargo, pienso que, de todo lo que he aprendido de la literatura, lo que más se me ha grabado ha sido el porque no he dejado de escribir. Que quede claro que no tiene nada que ver con el porque lo hago, aunque van de la mano y casi nunca se sueltan. Y si de lazos se trata ese es un porque no dejo de hacerlo. Estoy atada a las letras, a las palabras, a la narrativa. Estoy obsesionada con el suspenso de tres puntos terminando una oración y la pasión de una frase dicha con sinceridad. No puedo dejar de escribir. Me duelen las entrañas y se me cierra el pecho. Si no escribo, no pienso. Es mi motor. Pero, como cada motor, necesito un combustible. Lo sigo buscando. Te sigo esperando...

Y si sigo escribiendo es, solamente, porque busco encontrarte escondido entre los espacios en blanco que dividen cada párrafo de nuestro capítulo de despedida. Sigo escribiendo porque en verdad creo que llegará el día en que me leas y me entiendas y, tal vez así, no te olvides de mi. (En verdad lo creo)

Aunque, la principal razón por la que no he dejado de escribir es porque las letras son lo único que nos queda. Y si perdemos eso lo habremos perdido todo. Sé que te lastimé, pero he buscado las palabras para remendarlo. No sé como, no las he encontrado, por eso no he dejado de escribir.

lunes, 8 de octubre de 2012

Je vis pour elle

¿Cuándo fue que me enamoré de ti? ¿Habrá sido aquel momento en que acaricié tu pelo por vez primera? Qué hubiera sido de mi sin tu pelo. Y no es que fuera especial, de hecho, era común y corriente, pero era tuyo. Creo que lo extraño más que a ti. Aún recuerdo el día en que tuviste el impulso falto de cordura de cambiar tu cabello de una melena greñuda y alborotada a un peinado corto, lacio y ordenado. Ahí me di cuenta que tal vez no estaba enamorada de ti, sino de tu pelo.

¿O habrá sido el día en que rozamos nuestras manos con una torpeza tan tierna que nos hizo perder la lucidez del momento y del lugar? Recuerdo haber estado en clase a tu lado, tú no hablabas, siempre estabas callado. Sin embargo, ese día te sentí diferente, tal vez porque fue el primer día en que te sentí realmente. Opté por reírme en silencio de tu dulzura cuando te acercaste y me dijiste “la maestra me odia por tu culpa”, entonces ella se acercó y te echó en cara que estabas interrumpiendo su clase y tú, con una mirada triste y desesperada, me dijiste que era por mi que te había regañado frente a todos. Entonces yo te tomé de la mano, en realidad fue sólo mi dedo meñique entrelazado con el tuyo. Lo importante fue que no me soltaste y que sonreíste al sentirme ahí, a tu lado, mi piel contra la tuya. Esa tarde yo gané porque te hice mío para siempre.

Aunque, pensándolo bien, no fue ese día cuando me enamoré de ti, pero sí supe que te querría como a nadie y para siempre. Tal vez me equivoqué con lo último, pero te aseguro, entiéndelo bien, que nunca he querido a nadie como te quise a ti. Nunca.

Si ese no fue el día entonces, puede ser que haya ocurrido una noche en que me acariciaste el abdomen y sentiste esas cicatrices. Pensé que te enojaría el hecho de mi inmadurez y enferma acción de tomar un cutter y hacerme una cruz en el abdomen. Esperaba, justamente, que te decepcionaras de mí por ser tan tonta y obsesiva. Me preguntaste ¿por qué aquí? Y supiste, sin que yo te dijera, que me sentía gorda y fea. Me besaste la frente, pasaste tu dedo índice por mis heridas, me miraste a los ojos y me besaste la boca. Te abracé y luego me quedé dormida entre tus brazos. Y sí, creo firmemente que fue en ese momento, con todo y la incomodidad del tiempo, que me di cuenta que realmente te amaba. Fue en ese instante, en que cerré los ojos, que tú ganaste porque me hiciste tuya. Si no fue para siempre, al menos, por un largo rato. Al final, ambos perdimos. En un abrir y cerrar de ojos ya no estabas aquí.

Volviendo al pasado he llegado a concluir que no fuiste tú quien se alejó de mi. Nada en esta vida existe para prevalecer infinitamente. Yo no vine a este mundo a cambiarte ni tú viniste a convertirme en la mejor persona que podría llegar a ser. No, desde la primera vez que te vi supe que si entrabas a mi vida te ibas a ir tan rápido como llegaste y, aún así, quise arriesgarme a perderlo todo estando a tu lado. Justo así fue como pasó. Quiero hacerte entender, más que nada, que si no estamos juntos no es por ti. Y que si no me morí cuando te fuiste, tampoco es gracias a ti. Sólo que pocas cosas me han dolido más que tu ausencia y yo creo que la única razón es que dejé todo por estar a tu lado.

No quisiera sonar cursi y enamorada porque ni lo soy ni lo estoy, de todas formas debes saberlo, cuando decidiste buscar otro camino lejos de mi pecho cada noche junto a ti yo también tomé una decisión muy severa. El día que me dijiste adiós me juré, por el amor que te tuve, que jamás volvería a mirar atrás y eso que yo sabía que tu seguiste ahí por mucho tiempo esperando a volverme a ver sonreír. Con cada paso que daba lejos de ti tenía la esperanza de encontrarte en el camino. Sigo pensando que si la Tierra es realmente redonda nos volveremos a encontrar a la mitad del camino. No importa hacia donde vayas siempre y cuando sigas pensando en mí.

Luego, hay noches como ésta en las que recuerdo cómo las promesas terminan volviéndose mentiras con el tiempo. Como al prometerte que te esperaría hasta la muerte me mentí a mi misma y terminé por lastimarte, tal vez queriendo. Después pienso que tú sólo fuiste el objeto del deseo de nuestra época y que si te amé no fue por ti sino por el simple hecho de amar a alguien. Pienso que lo único real fue el amor y no importaba a quién sino cómo. De verdad, es irrelevante que te haya amado a ti, lo que realmente importa es cómo fue que te amé por tanto tiempo. Creo firmemente que, hubieras sido tú o hubiera sido otro, yo lograría sentir el mismo amor por cualquiera. Es claro que ya no, lo que te di ahora es tuyo, ya no es mío. Entonces, por eso pienso de nuevo en que cuando te fuiste me quedé vacía porque te di todo y me quedé con una lágrima que tú derramaste y un beso de despedida que me robaste. Y bien sabemos ambos que las lágrimas se secan y los besos no duran para siempre. Sin embargo, cuando te fuiste me enseñaste que lo perdido se recupera en otras cosas y por otros lados. Por eso todo el amor que te llevaste lo encontré con él y con el otro y con aquel otro. Al final entendí que más que vivir por ti viví por ellos. Tú no eres la razón por la que no me maté cuando no estabas. En parte, si sigo viva, es por ella.

Una vez Bocelli lo cantó, a todo pulmón y sin ojos. “Vivo por ella”. Pero no, amor, yo no hablo de la música. ¿Qué será de ti sin ella? Si hablamos de verdaderos amores entonces yo no soy nadie para ti. Dices haberme amado como sólo a una persona amarás. Pero el verdadero amor no es a alguien sino a algo. ¿Creíste, sinceramente, que al escucharme cantar estabas amándome a mi y no a tu música? Perfectamente bien sabes que no. No estamos en este lugar para decirnos que viviremos por algún mortal que ni siquiera le dará un giro a nuestras realidades. Y como te decía antes, yo no vine aquí a hacerte el hombre más feliz del mundo ni tú viniste aquí a hacerme sentir la más afortunada. Estamos aquí de paso y para buscar permanecer intactos en memorias y recuerdos. Quisiera morir joven y ser inolvidable al igual que tú y me consta. Por eso tú compones y yo escribo. Finalmente entendí que la verdadera razón por la que me enamoré de ti no fue por tu peculiar mirada sino porque inventaste en ti esa pasión que yo vivo día con día cuando tomo una hoja de papel vacía y comienzo a escribir cuánto la amo, a la literatura.

Julio 13, 2012

sábado, 6 de octubre de 2012

10.06.12

I guess I find comfort in the summer because I can feel the warm air kissing the scars of my skin.

There are days when I pour words of hope onto my body until I am drenched in a passional comfort, waiting for the sunrise to wrap its arms around me, protecting my soul with a sheet of light.

Cruel winters and falls have broken me in horrible ways which cannot be mended with a simple touch of cold air. I never did enjoy the freezing arms of it smothering my chest while I begged for the sun to shine above my head.

And that is why each year I long for the occidental rays to whistle back around and shift my bones back into peace.

I long for drizzle of humid sweat beneath my neck while our holding hands leave a trail of our hot skin touching in the summer breeze.

AC

roll the dice

if you’re going to try, go all the
way.
otherwise, don’t even start.

if you’re going to try, go all the
way.
this could mean losing girlfriends,
wives, relatives, jobs and
maybe your mind.

go all the way.
it could mean not eating for 3 or 4 days.
it could mean freezing on a
park bench.
it could mean jail,
it could mean derision,
mockery,
isolation.
isolation is the gift,
all the others are a test of your
endurance, of
how much you really want to
do it.
and you’ll do it
despite rejection and the worst odds
and it will be better than
anything else
you can imagine.

if you’re going to try,
go all the way.
there is no other feeling like
that.
you will be alone with the gods
and the nights will flame with
fire.

do it, do it, do it.
do it.

all the way
all the way.

you will ride life straight to
perfect laughter, its
the only good fight
there is.

- Charles Bukowski

jueves, 4 de octubre de 2012

Una confesión de a gratis...

No me gusta pensar que cuando dos personas están destinadas a estar juntas van a reencontrarse al final del camino. De hecho, sólo de pensarlo me da una tristeza insoportable. Es irremediable y deprimente imaginar que eso suceda, no sólo porque es inaudito, sino porque ¿de qué sirve? Bueno, sí, es verdad que si realmente amas a alguien la esperanza es lo último que muere. Y así pensaba yo antes. Es mejor reencontrarse al final a pesar de tanto sufrimiento que ya no volver a verse nunca. Sin embargo, sería mucho mejor decir que cuando dos personas están destinadas a estar juntas van a reencontrarse a mitad del camino. Así no sólo vive la esperanza sino la ilusión junto a ella. Qué mejor que encontrar a ese hombre (o a esa mujer) que perdiste y creíste jamás volvería y seguir caminando a su lado desde la mitad del camino hasta el final. Si lo encuentras al final del camino lo más probable es que el amor muera si ya no hay camino que recorrer, ¿no creen? Bueno, al menos eso es lo que yo siento.

Once de Mayo, 2012