A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

viernes, 19 de octubre de 2012

Blanco

Ahora que recuerdo, hace unos días soñé que estaba encerrada en un cuarto blanco, con las cortinas abiertas y la luz del sol, que entraba por la ventana, iluminaba el piso de mármol blanco haciéndolo relucir como si fuera un espejo reflejando la luz solar. Ahí estaba yo desnuda, cubierta con una bata blanca, parecía estar internada en un hospital.

Recuerdo ver llegar a mi padre, cada vez más delgado y solo. Venía solitario a platicarme del exterior; yo no recordaba nada. No sé porque no estaban ni mi madre ni mi hermana y mi padre estaba casi perdiendo los ojos, se le veían rojos y ojerosos. Yo no sé que hacía ahí. Entonces, entraba una enfermera, me decía que era hora de mi medicamento. Puedo recordar que tomé las pastillas sin queja alguna, sin embargo pensé que era una ironía que yo me metiera esas cosas al cuerpo porque más que ayudarme me estaban lastimando, me hacían dependiente.

Mi padre me miraba mientras yo guardaba silencio y puedo decir que él sentía mi agonía, él sabía cuál era mi sufrimiento, él estaba sufriendo lo mismo que yo, estaba perdido al igual que yo y que mi hermana y que mi madre que nunca supe donde estaban y por qué no habían ido a visitarme. De repente se rompía el silencio, mi padre me decía que el día estaba muy lindo como para salir a caminar, yo le decía que no podía, estaba en cama.

Una hora después desperté, mi padre aún estaba ahí a mi lado, dormido. Intentaba levantarme para ir a la mesita de noche y servirme un vaso de agua. En cuanto pise el frío mármol él se despertó. Me miró con angustia, lo miré con incertidumbre. Seguí su mirada y encontré que sus ojos se dirigían a mi pierna ensangrentada. Goteaba líquido rojo. Nunca supe cómo fue que eso pasó. Luego las enfermeras me dijeron que había tenido una clase de bloqueo mental, que lo estaba negando para sentirme mejor, pero que la verdad era que quería morirme.

Cada una de las cortadas que tenía en la pierna me las había hecho con la misma navaja con la que mi padre se quitó la vida. Nadie había ido a verme, sólo estaba alucinando.

Agosto 6, 2012

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