A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

lunes, 31 de diciembre de 2012

A solas

Mientras iba manejando por la carretera vi un fantasma de la relación que solíamos tener cuando éramos unos niños. A los diecisiete años todavía no sabíamos nada de la vida, pero sí nos amábamos con todo el corazón. Y creo que eso era lo único que importaba en ese entonces.

Sin embargo, después de recordarte sentado a mi lado, columpiándonos en un parque, me cayó el veinte. Nunca vas a regresar. Ni porque lo prometiste. Tres años ya es demasiado tiempo. Y no sé si podría esperarte para toda la vida. De repente empiezo a darme cuenta como mis manos te dejan de sentir en cada hombre al que abrazo. Antes, cada vez que miraba a alguien a los ojos, era a ti a quien veía. Ahora, con mucho trabajo, logro recordar como se sentía besarte. Estás desapareciendo.

Estás desapareciendo y parece que si tú te vas yo tampoco puedo estar aquí. Cuando te perdí, también perdí una parte de lo que era. Pero ya no me queda nada de lo que fui cuando estabas conmigo. Es probable que sea porque en realidad ya no estás aquí ni en esencia.

A veces ni me acuerdo como se sentía tenerte. Ha pasado tanto tiempo que ya hasta se me olvidó como era estar en paz y enamorada. Perdimos todo lo que atesoramos en nuestra relación. Pero eso está bien, sabes. Ya no hay nada que nos ate al pasado. Ya podemos volver a ser felices aunque no estemos juntos. Nos volveremos a enamorar; cada quien por su lado.

¿O no?

martes, 18 de diciembre de 2012

(No sé ponerle un título a esto)

22 de noviembre, 2012

Quisiera entrar en tu mente y salir de la mía porque tal vez así logres saber quien soy y a donde voy. No es que quiera desprenderme de mi mundo sino que te quiero tanto que me gustaría conocer el tuyo y compartirte el mío, aunque fuera por un día.

Muchas cosas antes me han hecho pensar que no es coincidencia que estemos ambos aquí y ahora cuestionándonos en dónde estaremos a los veinticuatro. Tú y yo sabemos que, aunque no te tenga físicamente, jamás te irás de aquí. Nos logramos conectar en formas inimaginables. Tú, con tus letras, por ejemplo, has conseguido hipnotizarme cada noche lenta sin poder dormir. Es más, pasan días en que puedo sentir que estás a mi lado y de aquí no te vas. No sé si sea lo mismo que tú sentís por mi. La verdad, comienzo a dudarlo. Sin embargo, mientras existamos ambos en el mismo mundo de la literatura sé que no podré perderte del todo.

Tengo esperanza en las letras porque estoy segura de que si me lees una parte de ti se está volviendo mía y si te leo una parte de mi se está volviendo tuya. Y, seguramente, tengo partes de varias personas a la vez. Pero guardo un espacio, exclusivo, para ti a lado de muchos de mis escritores favoritos. La única diferencia es que contigo compartí más que un texto, más que una mirada, más que una caricia. A estas alturas siento que hemos compartido toda una vida. No fue sólo una noche juntos. Fueron todas las noches desde que te vi hasta el día en que te mueras. Te lo aseguro.

martes, 4 de diciembre de 2012

Un día como hoy...

A las cinco de la mañana del 4 de diciembre del 2011 sonó el teléfono. Sonó una sola vez y luego el sonido desapareció. Yo fui la única que despertó y no sé aún si fui también la única que oyó el timbre de la llamada. Ni siquiera puedo asegurar que sí hubiera habido algo, aunque fuera un ruido que me hubiera despertado. Eso es lo de menos.
Lo realmente importante fue que al despertarme vi una silueta, alguien estaba ahí en mi cuarto. La vi claramente, pero no podía ver la cara de la persona. Sólo pude distinguir a un hombre, más o menos gordo, y blanco - no blanco de piel, en si la silueta era blanca.
No me hubiera alterado ni un poco como me alteré si no hubiera sido que nadie más pareció notar todo lo que yo percibí y si ese hombre no se hubiera quedado en esa misma posición - parado a un metro y medio mío - por lo que yo sentí fue un minuto completo y desesperante.
Sentía los latidos de mi corazón palpitando a una velocidad inmensurable, y sí, dudé un poco por mi vida. Un rato más de la aceleración del corazón y me hiperventilo y me da un infarto.
Sí, igual y alucino. Pero no, no creo estar loca. Lo percibí con todos mis sentidos menos el olfato. Además, todo esto ¿qué fue? Un sueño, una ilusión, una idea, un fantasma, un espíritu. Haya sido lo que fuera, lo vi, lo percibí. Y justo ahora mientras escribo esto puedo decir que lo siento cerca de mí observándome. Ya no sé si sigue aquí en mi cuarto, no me atrevo ni a alzar la mirada de tanta intimidación y miedo al misterioso suceso. Ya no sé si fue la imagen de un familiar lejano en peligro. Ya no sé nada. Y a la vez creo entenderlo todo.
Paranoia, ante todo la paranoia. Porque es claro que alguien, en algún lugar de un tiempo remoto y relativo, murió un 4 de diciembre a las cinco de la mañana y sí creo que haya venido a buscarme.
¿Para qué? Ni yo lo comprendo. Sin embargo, imagino que sea lo que fuese es relevante y ya no creo poder pegar ojo en lo que queda de esta helada madrugada. Ya mañana, cuando salga el sol, veré la manera de averiguar quién era y por qué vino a buscarme precisamente a mi.

Se escucha el sonido fúnebre de un clarinete, los ronquidos pasivos de las personas que duermen en el dormitorio de a lado, se escucha el palpitar de un corazón acelerado y ruidos extraños, aunque naturales, de la calle, mas hoy suenan diferentes, o tal vez hoy yo soy diferente y para mí ya nada es normal.