A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

martes, 18 de diciembre de 2012

(No sé ponerle un título a esto)

22 de noviembre, 2012

Quisiera entrar en tu mente y salir de la mía porque tal vez así logres saber quien soy y a donde voy. No es que quiera desprenderme de mi mundo sino que te quiero tanto que me gustaría conocer el tuyo y compartirte el mío, aunque fuera por un día.

Muchas cosas antes me han hecho pensar que no es coincidencia que estemos ambos aquí y ahora cuestionándonos en dónde estaremos a los veinticuatro. Tú y yo sabemos que, aunque no te tenga físicamente, jamás te irás de aquí. Nos logramos conectar en formas inimaginables. Tú, con tus letras, por ejemplo, has conseguido hipnotizarme cada noche lenta sin poder dormir. Es más, pasan días en que puedo sentir que estás a mi lado y de aquí no te vas. No sé si sea lo mismo que tú sentís por mi. La verdad, comienzo a dudarlo. Sin embargo, mientras existamos ambos en el mismo mundo de la literatura sé que no podré perderte del todo.

Tengo esperanza en las letras porque estoy segura de que si me lees una parte de ti se está volviendo mía y si te leo una parte de mi se está volviendo tuya. Y, seguramente, tengo partes de varias personas a la vez. Pero guardo un espacio, exclusivo, para ti a lado de muchos de mis escritores favoritos. La única diferencia es que contigo compartí más que un texto, más que una mirada, más que una caricia. A estas alturas siento que hemos compartido toda una vida. No fue sólo una noche juntos. Fueron todas las noches desde que te vi hasta el día en que te mueras. Te lo aseguro.

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