A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

«Vuélveme a querer»

Yo sabía que no era prudente ir de noche a su casa, pero realmente necesitaba verla. Quería arreglar las cosas. Y no había otra noche más que ésta. Si dejaba pasar un día más la perdería para siempre. Así que me encaminé hacia donde ella estaría. Durante el camino fui dándole vueltas a las palabras que le diría al tenerla frente a frente. Le diría que estoy arrepentido, que la necesito porque la amo más que a nadie. Que sin ella no soy yo. Le diría que quiero volver. Le diría que no me volveré a ir jamás. Ya no me importa que me rechace de nuevo. Sé que fui un estúpido al dejarla ir. Debí luchar por convencerla de quedarse. Tenía razón, yo nunca estuve cuando me necesitaba. Tuve que verla irse para darme cuenta que la estaba perdiendo; la tomé por sentado, me cegué por estar en otro ambiente. No me di cuenta de lo mucho que la necesitaba hasta que ya fue demasiado tarde. Sí, eso le voy a decir. Tal vez tenga que pasar a comprar unas flores o unos chocolates. No, comida no porque siempre está a dieta. Por más que le digo que es bellísima tal cual, se frustra. Esa es una de las razones por las que necesito mantenerme dentro de su vida. Yo siempre he estado aquí para recordarle lo hermosa que es, porque si cualquier otro se lo dice no tiene caso, tengo que ser yo. En mi sí confía. O, bueno, eso era antes de lastimarla como lo hice. No puedo creer que fui capaz de semejante atrocidad. No puedo creerlo y ella tampoco.

Acabo de llegar a su casa. Son las 21:09pm. Ahora dieron las 21:10. Tal vez deba esperar a la media. Parece que están todos. ¿Y si le llamo para decirle que estoy aquí? No, ni siquiera me va a contestar la llamada. Mejor me armo de valor y toco el timbre. Total, podría ser cualquier otro de todos los hombres que la buscan. Ahí voy. Ya abrí la puerta del coche. Pff, hace frío. Debí traer chamarra. No importa, debo emprender mi camino, estoy a diez pasos o menos. Suena el timbre. Ella abre la puerta...

Estoy en shock, no sé que decir. «Te ves guapísima». Las palabras salen de mi boca solas, como si mi garganta se hubiera independizado de mi. Estoy como ido, la miro y no lo creo. Se ve hermosísima, como de costumbre, pero hoy mucho más. Como si hubiera encontrado el amor de nuevo. Me mira a los ojos y no sonríe. Está usando el vestido verde que tanto me gusta pero no sonríe; estaba esperando a alguien más. Incrédula me pregunta qué diablos estoy haciendo ahí. Me dice que si no me había quedado claro que no quería volver a verme. Me quedo viéndola; no puedo dejar de verla. Es bellísima. Parezco un tonto frente a la luz que ilumina la entrada de su casa. Respiro hondo y digo «vine a verte, necesito hablar contigo. No puedo seguir así. Te extraño.» Sé lo que está pensando pero no lo dice. Ella también me extraña. Me necesita como yo. Se acerca un poco hacia mi. Cierra la puerta de su casa. Toma mi mano con la suya, me besa la mejilla y susurra unas palabras en mi oído. En ese instante nos alumbra una luz. Volteo y me doy cuenta que se había ido con él. Estoy sólo.

En mi cabeza sólo resuenan esas últimas tres palabras que me susurró al oído.

«Es demasiado tarde... Es demasiado tarde... Es demasiado tarde...»

Se ha ido.

13 de noviembre, 2012 (te escribo antes de dormir y seguro ni lo notas)

sábado, 10 de noviembre de 2012

Y mientras desapareces...

Va a llegar un día en que ella se canse de entrar y salir de tu vida. Y cuando ese día llegue ya no te volverá a buscar, entonces no sólo la vas a extrañar. Vas a sentir que la necesitas, que sin ella ya no puedes vivir. Volverás a buscarla y cuando lo hagas ella ya no va a estar ahí donde prometió siempre esperarte. Vas a estar sólo. Y eso te va a doler. Y espero que te duela.

Sin embargo, lo que más espero es que a ella ya no le duela la indiferencia que recibe de ti. Espero que, cuando quieras regresar, ella ya esté muchos pasos adelante de ti. Porque realmente se merece a alguien que la traté bien, a alguien que la respete, a alguien que cumpla su palabra. Que le demuestre con acciones que la quiere. Porque un "te quiero" no vale nada si se dice con el corazón pero no se demuestra con el cuerpo. De qué sirve.

Espero que llegue un día en que te des cuenta que ella se equivocó pero sí estuvo ahí y que nunca la perdiste porque siempre fue tuya y lo sabías. Fuiste tú el que se fue. Fuiste tú el que la lastimó. Fuiste tú la persona que más la ha decepcionado en la vida.

(Aunque te duela saberlo. Aunque ella llore al aceptarlo.)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Deseos de cosas imposibles

Estábamos sentadas en la barra de un bar cualquiera, cuando nos invadió un silencio y la voltee a ver. Estaba triste, lo podía notar. Tenía la mirada perdida y luego dirigió sus ojos hacia mis ojos y me dijo susurrando «estoy muy triste, tía. Todo lo que está pasando en la familia me pone muy mal.» La miré sin saber qué decirle y comenzó a llorar tranquilamente. Era un llanto lleno de dolor pero lo estaba conteniendo. Estaba siendo fuerte por mi. Miró hacia su vaso de whisky vacío y me volvió a hablar.

«Lo que te voy a decir es muy doloroso. Tanto para ti oírlo como para mí contártelo, pero es necesario que me desahogue y es aún más necesario que me desahogue contigo.» Después de haberle dicho esto esperé a ver su reacción. Su cara reflejaba desesperación y pánico ante lo que yo tenía que decirle. No pude evitar concentrarme en el moretón en su mejilla derecha. Había lágrimas en sus ojos y una sonrisa fingida en su boca. Respiré hondo y me decidí a hablar aunque doliera.

«Hace unos meses yo me equivoqué. Fui infiel, estuve con alguien más y rompi una promesa. Yo terminé con la relación que tenía con un hombre que valía la pena porque no pude aguantar el dolor de verlo y querer a otro, quise que fuera feliz conmigo pero yo no lo merecía, así que lo dejé libre. Tuve que dejarlo ir para darme cuenta que me dolía más ser infeliz a su lado porque él se merecía algo mejor que yo. Al final, encontró una nueva vida y yo, muy estúpidamente, decidí no quedarme de brazos cruzados. Yo sabía que él me amaba y luché por él por meses, tía, meses sofocantes de sufrimiento sólo por conseguir un día más a su lado. Pero ya era demasiado tarde. Ya había sufrido mucho por mi y esta otra mujer le daba más de lo que yo podía darle. Al final la escogió a ella y yo me quedé sola. Pero no tienes una idea de cuanto me arrepiento de haber besado a ese otro hombre, aunque haya sido sólo una vez. Porque por ese beso perdí todo lo que amaba en mi vida. Perderlo a él me cambió la vida. Una gran parte de mi se murió cuando él decidió irse, aunque haya sido yo la que se lo pidiera.» Se quedó callada, comenzó a llorar, ahora más fuerte. No sé si lloraba por recordar a aquel hombre al que perdió o de pensar que ella era culpable de haber lastimado a alguien inocente. Me preguntaba que habría sido de la novia de su "amante". Pero ya era irrelevante. Supe que me lo decía porque creía que mi esposo realmente se arrepentía de lo que hizo. Tal vez valdría la pena darle otra oportunidad en esa situación, pero no es lo mismo. Yo sé que no es lo mismo...

...

Nunca supe que habría pensado mi tía de lo que le conté. Cuando terminé de hablar ella me dio un beso en la frente, me dio las gracias y se fue. Ni siquiera estaba llorando. Al otro día firmó el divorcio, obtuvo la custodia y se fue a vivir a Guadalajara. Hace poco la fui a visitar. Su hija ya tiene ocho años, ya no menciona a su papá, al menos no en frente de mi tía. Pero en las noches la he escuchado decir su nombre en sueños. Ella ni siquiera se da cuenta. Pero yo sé que él aún las está buscando, a ambas. Y no descansará hasta encontrarlas. Aunque, acá entre nos, la única forma de que las vuelva a ver sería muriendo. No sé porque lo digo... Sólo lo sé.