Normalmente, uno escucha “viaje escolar” y
piensa (casi al instante) que va a ser un viaje aburridísimo y qué flojera ir.
Ese fue el caso con este viaje, muchos de mis compañeros decidieron quedarse
por el simple hecho de no salir de su zona de confort, o yo que sé.
Sinceramente, estoy muy satisfecha con haber estado todo un día en mi tierra
natal, el Distrito Federal. Primero que nada porque pude apreciar el arte en
muchísimos aspectos y segundo porque disfrute de un gran día a lado de algunos
de mis compañeros y, por supuesto, mi maestra Karina.
El recorrido empezó en el Colegio de
San Idelfonso, donde estaban expuestos los trabajos de Ernesto Neto. Ernesto
Neto es un artista brasileño y en su exposición, “La lengua de Ernesto”, juega
con la física y las matemáticas creando estructuras de hierro que se mantienen
de pie por si solas con ayuda de un balance previamente calculado. Asimismo,
utiliza diferentes tipos de texturas y perspectivas en sus obras. Esta
exposición fue una de las actividades más recreativas y enriquecedoras que he
presenciado y practicado, claro. Entre sus obras se encontraban cuatro que eran
recreativas, lo que significa que el espectador dejaba de ser tan sólo eso para
convertirse en una parte viviente de la obra. De esta forma él conseguía crear
consciencia, desde los cinco sentidos del hombre, de la idea que quería
expresar, ya fuera acerca de las clases sociales o el peso que cargamos en
nuestra espalda, etc.
En el recorrido también visitamos el
Palacio de Bellas Artes. Para mi, en particular, ésta fue una de las visitas
más deslumbrantes que he hecho, ya que, después de escuchar la historia del
conjunto arquitectónico pude idear una imagen hacia el pasado sobre cómo fue
que se creo el edificio. Lo fascinante de todo esto fue cuando entré al Palacio
y pude apreciar, físicamente, el contraste de dos épocas sumamente importantes
en la arquitectura. Se me hizo sumamente interesante poder vislumbrar que la
fachada del Palacio de Bellas Artes representa los detalles sumamente
delicados, la extravagancia y el esplendor. Por el contrario, el interior se
veía limpio, ordenado, sencillo, sin tantos ornamentos ni adornos en la
arquitectura. En realidad, lo que más me intereso de ésta visita fue la
arquitectura del Palacio de Bellas Artes. Sí llegue a ver algunas de las
exposiciones pero no me parecieron lo más importante.
Durante el día en el DF, conocimos
Down Town y todo lo que lo conforma, el hotel, los restaurantes, las tiendas y
fue similar a la impresión que tuve con Bellas Artes, ya que la arquitectura de
interiores era muy contrastante con la arquitectura del exterior. En la fachada
se veía un edificio antiguo, vintage,
y por dentro era arquitectura contemporánea, tanto en la decoración como en la
estructura. En el MUMEDI, encontré muchas cosas de Diseño Industrial únicas e
irrepetibles (todo carísimo, claro) y me pareció un gran lugar para promover
tanto proyectos de origen mexicano. Hay tanto talento en nuestro país como para
que no siga desarrollándose y el MUMEDI consigue que los jóvenes nos inspiremos
en nuestra labor.
El Museo de Memoria y Tolerancia fue
de mis favoritos, tanto por la hermosísima arquitectura como en lo que expone.
Es un edificio minimalista, con acabados modernos y contemporáneos. El edificio
en si es muy estético tanto por fuera, como por dentro y hasta en los mínimos
detalles. Sólo presenta exposiciones de interés social que a la vez dan
mensajes de una fuerza muy grande. La exposición que nosotros pudimos ver fue
acerca de la Segunda Guerra Mundial. Es padrísimo como todo está planeado para
hacer sentir a los visitantes. Yo, por ejemplo, empecé a “sufrir” desde el
primer minuto que estuve dentro. El diseño de la exposición está increíblemente
bien pensada para causar una serie de emociones en los espectadores, ya sea
tristeza, enojo, o frustración. Todos salen del Museo de Memoria y Tolerancia
teniendo de qué hablar.
En el Museo Metropolitano del Chopo
pude ver cosas muy diferentes. Hay artistas que realmente tienen ideas
increíbles en la cabeza. A veces hasta me pregunto de dónde sacarán tanto
ingenio para crear mundos nuevos y cosas tan maravillosas. Más que nada lo digo
por el tipo de obras que me encontré ahí, tanto de mostrar la personalidad de
un animal usando cuerpos humanos, como hacer una serie de fotografías acerca de
la homosexualidad, o idear un ambiente distinto con cosas simples como la luz y
la sombra, etc. Me gustó la historia del cómo éste museo llegó a ser lo que es
y me gustó pensar que, aunque los edificios dejen de ser cien por ciento
funcionales en un punto de su existencia, puedan recuperarse y renacer, más o
menos como un fénix, y crear cosas aún más emocionantes.
Por último, fuimos a la Biblioteca Vasconcelos.
Este lugar es como el paraíso para mí, pues reúne mis dos más grandes pasiones,
la Arquitectura y la Literatura. Es por eso que lo encuentro doblemente
funcional pues puedo ir a esta biblioteca, apreciar la bellísima arquitectura y
luego enamorarme de tantos libros. Yo creo que realmente fue el cierre con broche
de oro que estuve esperando. Sobrepasó mis expectativas éste edificio tan
inmenso y hermoso. Si tuviera la oportunidad de irme, me iría al Distrito
Federal sólo por estar cerca de la Biblioteca Vasconcelos. No es exageración,
realmente me robó el aliento.
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