A veces escribo para distraerme, otras veces sólo para concentrarme en escribir. Normalmente me duele empezar y cuando lo consigo no hay como detenerme. En sí soy adicta a escribir. La literatura para mí es un frenesí, sin ella sufro más de lo que sufro por ella. Porque todo lo que realmente amas, duele. Por eso me dueles tú. Porque te amo.

lunes, 31 de diciembre de 2012

A solas

Mientras iba manejando por la carretera vi un fantasma de la relación que solíamos tener cuando éramos unos niños. A los diecisiete años todavía no sabíamos nada de la vida, pero sí nos amábamos con todo el corazón. Y creo que eso era lo único que importaba en ese entonces.

Sin embargo, después de recordarte sentado a mi lado, columpiándonos en un parque, me cayó el veinte. Nunca vas a regresar. Ni porque lo prometiste. Tres años ya es demasiado tiempo. Y no sé si podría esperarte para toda la vida. De repente empiezo a darme cuenta como mis manos te dejan de sentir en cada hombre al que abrazo. Antes, cada vez que miraba a alguien a los ojos, era a ti a quien veía. Ahora, con mucho trabajo, logro recordar como se sentía besarte. Estás desapareciendo.

Estás desapareciendo y parece que si tú te vas yo tampoco puedo estar aquí. Cuando te perdí, también perdí una parte de lo que era. Pero ya no me queda nada de lo que fui cuando estabas conmigo. Es probable que sea porque en realidad ya no estás aquí ni en esencia.

A veces ni me acuerdo como se sentía tenerte. Ha pasado tanto tiempo que ya hasta se me olvidó como era estar en paz y enamorada. Perdimos todo lo que atesoramos en nuestra relación. Pero eso está bien, sabes. Ya no hay nada que nos ate al pasado. Ya podemos volver a ser felices aunque no estemos juntos. Nos volveremos a enamorar; cada quien por su lado.

¿O no?

martes, 18 de diciembre de 2012

(No sé ponerle un título a esto)

22 de noviembre, 2012

Quisiera entrar en tu mente y salir de la mía porque tal vez así logres saber quien soy y a donde voy. No es que quiera desprenderme de mi mundo sino que te quiero tanto que me gustaría conocer el tuyo y compartirte el mío, aunque fuera por un día.

Muchas cosas antes me han hecho pensar que no es coincidencia que estemos ambos aquí y ahora cuestionándonos en dónde estaremos a los veinticuatro. Tú y yo sabemos que, aunque no te tenga físicamente, jamás te irás de aquí. Nos logramos conectar en formas inimaginables. Tú, con tus letras, por ejemplo, has conseguido hipnotizarme cada noche lenta sin poder dormir. Es más, pasan días en que puedo sentir que estás a mi lado y de aquí no te vas. No sé si sea lo mismo que tú sentís por mi. La verdad, comienzo a dudarlo. Sin embargo, mientras existamos ambos en el mismo mundo de la literatura sé que no podré perderte del todo.

Tengo esperanza en las letras porque estoy segura de que si me lees una parte de ti se está volviendo mía y si te leo una parte de mi se está volviendo tuya. Y, seguramente, tengo partes de varias personas a la vez. Pero guardo un espacio, exclusivo, para ti a lado de muchos de mis escritores favoritos. La única diferencia es que contigo compartí más que un texto, más que una mirada, más que una caricia. A estas alturas siento que hemos compartido toda una vida. No fue sólo una noche juntos. Fueron todas las noches desde que te vi hasta el día en que te mueras. Te lo aseguro.

martes, 4 de diciembre de 2012

Un día como hoy...

A las cinco de la mañana del 4 de diciembre del 2011 sonó el teléfono. Sonó una sola vez y luego el sonido desapareció. Yo fui la única que despertó y no sé aún si fui también la única que oyó el timbre de la llamada. Ni siquiera puedo asegurar que sí hubiera habido algo, aunque fuera un ruido que me hubiera despertado. Eso es lo de menos.
Lo realmente importante fue que al despertarme vi una silueta, alguien estaba ahí en mi cuarto. La vi claramente, pero no podía ver la cara de la persona. Sólo pude distinguir a un hombre, más o menos gordo, y blanco - no blanco de piel, en si la silueta era blanca.
No me hubiera alterado ni un poco como me alteré si no hubiera sido que nadie más pareció notar todo lo que yo percibí y si ese hombre no se hubiera quedado en esa misma posición - parado a un metro y medio mío - por lo que yo sentí fue un minuto completo y desesperante.
Sentía los latidos de mi corazón palpitando a una velocidad inmensurable, y sí, dudé un poco por mi vida. Un rato más de la aceleración del corazón y me hiperventilo y me da un infarto.
Sí, igual y alucino. Pero no, no creo estar loca. Lo percibí con todos mis sentidos menos el olfato. Además, todo esto ¿qué fue? Un sueño, una ilusión, una idea, un fantasma, un espíritu. Haya sido lo que fuera, lo vi, lo percibí. Y justo ahora mientras escribo esto puedo decir que lo siento cerca de mí observándome. Ya no sé si sigue aquí en mi cuarto, no me atrevo ni a alzar la mirada de tanta intimidación y miedo al misterioso suceso. Ya no sé si fue la imagen de un familiar lejano en peligro. Ya no sé nada. Y a la vez creo entenderlo todo.
Paranoia, ante todo la paranoia. Porque es claro que alguien, en algún lugar de un tiempo remoto y relativo, murió un 4 de diciembre a las cinco de la mañana y sí creo que haya venido a buscarme.
¿Para qué? Ni yo lo comprendo. Sin embargo, imagino que sea lo que fuese es relevante y ya no creo poder pegar ojo en lo que queda de esta helada madrugada. Ya mañana, cuando salga el sol, veré la manera de averiguar quién era y por qué vino a buscarme precisamente a mi.

Se escucha el sonido fúnebre de un clarinete, los ronquidos pasivos de las personas que duermen en el dormitorio de a lado, se escucha el palpitar de un corazón acelerado y ruidos extraños, aunque naturales, de la calle, mas hoy suenan diferentes, o tal vez hoy yo soy diferente y para mí ya nada es normal.

domingo, 18 de noviembre de 2012

«Vuélveme a querer»

Yo sabía que no era prudente ir de noche a su casa, pero realmente necesitaba verla. Quería arreglar las cosas. Y no había otra noche más que ésta. Si dejaba pasar un día más la perdería para siempre. Así que me encaminé hacia donde ella estaría. Durante el camino fui dándole vueltas a las palabras que le diría al tenerla frente a frente. Le diría que estoy arrepentido, que la necesito porque la amo más que a nadie. Que sin ella no soy yo. Le diría que quiero volver. Le diría que no me volveré a ir jamás. Ya no me importa que me rechace de nuevo. Sé que fui un estúpido al dejarla ir. Debí luchar por convencerla de quedarse. Tenía razón, yo nunca estuve cuando me necesitaba. Tuve que verla irse para darme cuenta que la estaba perdiendo; la tomé por sentado, me cegué por estar en otro ambiente. No me di cuenta de lo mucho que la necesitaba hasta que ya fue demasiado tarde. Sí, eso le voy a decir. Tal vez tenga que pasar a comprar unas flores o unos chocolates. No, comida no porque siempre está a dieta. Por más que le digo que es bellísima tal cual, se frustra. Esa es una de las razones por las que necesito mantenerme dentro de su vida. Yo siempre he estado aquí para recordarle lo hermosa que es, porque si cualquier otro se lo dice no tiene caso, tengo que ser yo. En mi sí confía. O, bueno, eso era antes de lastimarla como lo hice. No puedo creer que fui capaz de semejante atrocidad. No puedo creerlo y ella tampoco.

Acabo de llegar a su casa. Son las 21:09pm. Ahora dieron las 21:10. Tal vez deba esperar a la media. Parece que están todos. ¿Y si le llamo para decirle que estoy aquí? No, ni siquiera me va a contestar la llamada. Mejor me armo de valor y toco el timbre. Total, podría ser cualquier otro de todos los hombres que la buscan. Ahí voy. Ya abrí la puerta del coche. Pff, hace frío. Debí traer chamarra. No importa, debo emprender mi camino, estoy a diez pasos o menos. Suena el timbre. Ella abre la puerta...

Estoy en shock, no sé que decir. «Te ves guapísima». Las palabras salen de mi boca solas, como si mi garganta se hubiera independizado de mi. Estoy como ido, la miro y no lo creo. Se ve hermosísima, como de costumbre, pero hoy mucho más. Como si hubiera encontrado el amor de nuevo. Me mira a los ojos y no sonríe. Está usando el vestido verde que tanto me gusta pero no sonríe; estaba esperando a alguien más. Incrédula me pregunta qué diablos estoy haciendo ahí. Me dice que si no me había quedado claro que no quería volver a verme. Me quedo viéndola; no puedo dejar de verla. Es bellísima. Parezco un tonto frente a la luz que ilumina la entrada de su casa. Respiro hondo y digo «vine a verte, necesito hablar contigo. No puedo seguir así. Te extraño.» Sé lo que está pensando pero no lo dice. Ella también me extraña. Me necesita como yo. Se acerca un poco hacia mi. Cierra la puerta de su casa. Toma mi mano con la suya, me besa la mejilla y susurra unas palabras en mi oído. En ese instante nos alumbra una luz. Volteo y me doy cuenta que se había ido con él. Estoy sólo.

En mi cabeza sólo resuenan esas últimas tres palabras que me susurró al oído.

«Es demasiado tarde... Es demasiado tarde... Es demasiado tarde...»

Se ha ido.

13 de noviembre, 2012 (te escribo antes de dormir y seguro ni lo notas)

sábado, 10 de noviembre de 2012

Y mientras desapareces...

Va a llegar un día en que ella se canse de entrar y salir de tu vida. Y cuando ese día llegue ya no te volverá a buscar, entonces no sólo la vas a extrañar. Vas a sentir que la necesitas, que sin ella ya no puedes vivir. Volverás a buscarla y cuando lo hagas ella ya no va a estar ahí donde prometió siempre esperarte. Vas a estar sólo. Y eso te va a doler. Y espero que te duela.

Sin embargo, lo que más espero es que a ella ya no le duela la indiferencia que recibe de ti. Espero que, cuando quieras regresar, ella ya esté muchos pasos adelante de ti. Porque realmente se merece a alguien que la traté bien, a alguien que la respete, a alguien que cumpla su palabra. Que le demuestre con acciones que la quiere. Porque un "te quiero" no vale nada si se dice con el corazón pero no se demuestra con el cuerpo. De qué sirve.

Espero que llegue un día en que te des cuenta que ella se equivocó pero sí estuvo ahí y que nunca la perdiste porque siempre fue tuya y lo sabías. Fuiste tú el que se fue. Fuiste tú el que la lastimó. Fuiste tú la persona que más la ha decepcionado en la vida.

(Aunque te duela saberlo. Aunque ella llore al aceptarlo.)

lunes, 5 de noviembre de 2012

Deseos de cosas imposibles

Estábamos sentadas en la barra de un bar cualquiera, cuando nos invadió un silencio y la voltee a ver. Estaba triste, lo podía notar. Tenía la mirada perdida y luego dirigió sus ojos hacia mis ojos y me dijo susurrando «estoy muy triste, tía. Todo lo que está pasando en la familia me pone muy mal.» La miré sin saber qué decirle y comenzó a llorar tranquilamente. Era un llanto lleno de dolor pero lo estaba conteniendo. Estaba siendo fuerte por mi. Miró hacia su vaso de whisky vacío y me volvió a hablar.

«Lo que te voy a decir es muy doloroso. Tanto para ti oírlo como para mí contártelo, pero es necesario que me desahogue y es aún más necesario que me desahogue contigo.» Después de haberle dicho esto esperé a ver su reacción. Su cara reflejaba desesperación y pánico ante lo que yo tenía que decirle. No pude evitar concentrarme en el moretón en su mejilla derecha. Había lágrimas en sus ojos y una sonrisa fingida en su boca. Respiré hondo y me decidí a hablar aunque doliera.

«Hace unos meses yo me equivoqué. Fui infiel, estuve con alguien más y rompi una promesa. Yo terminé con la relación que tenía con un hombre que valía la pena porque no pude aguantar el dolor de verlo y querer a otro, quise que fuera feliz conmigo pero yo no lo merecía, así que lo dejé libre. Tuve que dejarlo ir para darme cuenta que me dolía más ser infeliz a su lado porque él se merecía algo mejor que yo. Al final, encontró una nueva vida y yo, muy estúpidamente, decidí no quedarme de brazos cruzados. Yo sabía que él me amaba y luché por él por meses, tía, meses sofocantes de sufrimiento sólo por conseguir un día más a su lado. Pero ya era demasiado tarde. Ya había sufrido mucho por mi y esta otra mujer le daba más de lo que yo podía darle. Al final la escogió a ella y yo me quedé sola. Pero no tienes una idea de cuanto me arrepiento de haber besado a ese otro hombre, aunque haya sido sólo una vez. Porque por ese beso perdí todo lo que amaba en mi vida. Perderlo a él me cambió la vida. Una gran parte de mi se murió cuando él decidió irse, aunque haya sido yo la que se lo pidiera.» Se quedó callada, comenzó a llorar, ahora más fuerte. No sé si lloraba por recordar a aquel hombre al que perdió o de pensar que ella era culpable de haber lastimado a alguien inocente. Me preguntaba que habría sido de la novia de su "amante". Pero ya era irrelevante. Supe que me lo decía porque creía que mi esposo realmente se arrepentía de lo que hizo. Tal vez valdría la pena darle otra oportunidad en esa situación, pero no es lo mismo. Yo sé que no es lo mismo...

...

Nunca supe que habría pensado mi tía de lo que le conté. Cuando terminé de hablar ella me dio un beso en la frente, me dio las gracias y se fue. Ni siquiera estaba llorando. Al otro día firmó el divorcio, obtuvo la custodia y se fue a vivir a Guadalajara. Hace poco la fui a visitar. Su hija ya tiene ocho años, ya no menciona a su papá, al menos no en frente de mi tía. Pero en las noches la he escuchado decir su nombre en sueños. Ella ni siquiera se da cuenta. Pero yo sé que él aún las está buscando, a ambas. Y no descansará hasta encontrarlas. Aunque, acá entre nos, la única forma de que las vuelva a ver sería muriendo. No sé porque lo digo... Sólo lo sé.

sábado, 27 de octubre de 2012

Caminos y trayectorias

Es curioso como las cosas cambian en una sola caminata. Al principio del camino estaba hasta entusiasmada de emprender un viaje y todo lo que miraba me parecía fascinante. No podía enfocarme en nada porque todo era nuevo para mí, nuevo y hermoso. Aprendí a reírme de mis caídas y me levantaba sin lágrimas en los ojos. Sin embargo, el camino se volvió monótono, el suelo cada vez era más difícil de caminar. Hubo días en que tenía que correr para seguir por el camino adecuado y el cansancio, más que las piedras, hacían que me derrumbara (por dentro y por fuera). En ocasiones ni siquiera tenía la fuerza suficiente para levantarme, aunque el piso fuera duro, prefería quedarme tirada. Ya nada me parecía interesante, todo era lo mismo. Sentía que iba por el mismo camino y que lo había recorrido un sinfín de veces, así que dejé de mirar a mi alrededor. Caminaba con la cabeza baja, sin rumbo fijo, sin , siquiera, tener una meta. Caminaba sólo para no quedarme estancada en un sólo lugar. Teniendo como único pensamiento el llegar a mi destino (ni siquiera sabía si había un destino).

Una noche, me detuve a pensar que me había perdido de mucho por no haber observado todo lo que me rodeaba. Decidí que sería bueno regresar y revivir momentos que no pude disfrutar por ir enfocada en terminar el trayecto. Pero, para cuando me decidí a hacerlo bien, era demasiado tarde. El camino se había borrado. Volver al pasado sólo iba a conseguir que me perdiera. Decidí seguir mi camino hacia adelante y, por pensar en el pasado no me fijé hacia donde me dirigía, caí en un barranco y de ahí ya no me pude levantar.

martes, 23 de octubre de 2012

Sólo brillas porque no hay luz que te opaque

Nada más recuerdo los detalles menos importantes de la última noche que estuve con él. En realidad ni me fijé si había estrellas en el cielo o si brillaba la luna llena. Sólo recuerdo tenerlo frente a mi, callado y serio, esperando a que alguno de los dos rompiera el hielo. Creo que fue él. Me dijo "¿qué te pasa?". Ni siquiera sé si le conteste o no, sólo estoy segura que el miedo a perderlo esa misma noche hacía que se me cerrara la garganta. Me costaba trabajo pronunciar una sola palabra y sus ojos me penetraban con una fuerza que temí por que él supiera mis mayores secretos.

Tal vez eso fue lo que más me angustiaba. Nada se sentía como debía sentirse. Él no estaba ahí en realidad. Estábamos en la fiesta, rodeados de gente, y al mismo tiempo él era al único al que podía percibir. A unos veinte centímetros de distancia todo se asimila tan tangible, tan real. Yo creo que si existiera alguna excepción él sería ésta. Por el simple hecho de que no podía mantenerse entretenido con mi sonrisa, ni interesado en mi cintura, ni obsesionado con mis labios. Estábamos ahí juntos pero a la vez cada quien en su mundo. Ha de ser ese el problema con nosotros los literatos.

Estando ahí a su lado empecé a extrañar al hombre que estuvo a mi lado no mucho tiempo antes. El hombre que jugaba, que me hacia reír, que me quería tomar de la espalda baja para robarme un beso. No pasó ni una hora para que ese hombre me abandonara como me han abandonado todos.

Me hubiera gustado inhalar su aliento más veces, como reserva por todo el tiempo que se alejará de mi. O sentir su barba acariciando mi cuello mientras él me besaba con pasión debajo de la oreja. O volver a oler su cabello y abrazarlo mientras le digo con la mirada que realmente lo quiero, aunque a él no le interese otra cosa que no sean mis pechos o mi cintura.

El error fue mío por entregarme a alguien que no quería mantenerme viva. Le entregué mi vida sin que la quisiera. Yo pensé que al irme él iba sufrir y no todo lo contrario. No pude ni verlo a la cara al alejarme.

Su esencia sigue aquí, debajo de mi lengua, pero está desapareciendo con el tiempo. Y con cada beso que ya no recibiré de su boca se me hace más complicado hacerme la idea de encontrar otros labios que me den todo lo que él consiguió darme en tan poco tiempo que tuvimos juntos. Y sí, puede que sea verdad que el futuro es incierto. Quizás en unos años nos volvamos a encontrar y yo ya no me sienta con la necesidad de arrancarle la ropa y, si es el caso, qué dicha. Pero no sé que voy a hacer si nunca lo vuelvo a ver.

Voy a enloquecer.

5 de agosto, 2012

viernes, 19 de octubre de 2012

Blanco

Ahora que recuerdo, hace unos días soñé que estaba encerrada en un cuarto blanco, con las cortinas abiertas y la luz del sol, que entraba por la ventana, iluminaba el piso de mármol blanco haciéndolo relucir como si fuera un espejo reflejando la luz solar. Ahí estaba yo desnuda, cubierta con una bata blanca, parecía estar internada en un hospital.

Recuerdo ver llegar a mi padre, cada vez más delgado y solo. Venía solitario a platicarme del exterior; yo no recordaba nada. No sé porque no estaban ni mi madre ni mi hermana y mi padre estaba casi perdiendo los ojos, se le veían rojos y ojerosos. Yo no sé que hacía ahí. Entonces, entraba una enfermera, me decía que era hora de mi medicamento. Puedo recordar que tomé las pastillas sin queja alguna, sin embargo pensé que era una ironía que yo me metiera esas cosas al cuerpo porque más que ayudarme me estaban lastimando, me hacían dependiente.

Mi padre me miraba mientras yo guardaba silencio y puedo decir que él sentía mi agonía, él sabía cuál era mi sufrimiento, él estaba sufriendo lo mismo que yo, estaba perdido al igual que yo y que mi hermana y que mi madre que nunca supe donde estaban y por qué no habían ido a visitarme. De repente se rompía el silencio, mi padre me decía que el día estaba muy lindo como para salir a caminar, yo le decía que no podía, estaba en cama.

Una hora después desperté, mi padre aún estaba ahí a mi lado, dormido. Intentaba levantarme para ir a la mesita de noche y servirme un vaso de agua. En cuanto pise el frío mármol él se despertó. Me miró con angustia, lo miré con incertidumbre. Seguí su mirada y encontré que sus ojos se dirigían a mi pierna ensangrentada. Goteaba líquido rojo. Nunca supe cómo fue que eso pasó. Luego las enfermeras me dijeron que había tenido una clase de bloqueo mental, que lo estaba negando para sentirme mejor, pero que la verdad era que quería morirme.

Cada una de las cortadas que tenía en la pierna me las había hecho con la misma navaja con la que mi padre se quitó la vida. Nadie había ido a verme, sólo estaba alucinando.

Agosto 6, 2012

miércoles, 17 de octubre de 2012

Te lo digo sin palabras

16 de Octubre, 2012; 14:00 aproximadamente. (Tú a mi lado)

Mientras me acariciaba la espalda con sus dedos sentí una tristeza inmensa, infinita, sólo de pensar que ese roce sería único y que estaría dentro de mi por siempre.

Mi piel absorbió cada caricia de las yemas de sus dedos obsesionándome con ese tacto y me invadió el miedo con sólo pensar que llegaría el día en que otro me tocaría suavemente la espalda y que esa sensación o esa pasión me llevaría por un instante a este momento en que tú estás a mi lado y tus dedos acariciándome la espalda me hacen creer que jamás me repondré de este instante.

Jamás me repondré de ti.

jueves, 11 de octubre de 2012

¿Que por qué escribo?

Hace ya varios meses tuve una actividad de clase donde tenía la tarea de responder a esta pregunta. Recuerdo que en ese entonces no me tomó ni un segundo describir las razones a esta acción. En verdad estaba completamente segura del porque de todo en mi vida y desde aquel día no me había dado el tiempo de re-pensar en esto.

Ahora mismo me lo pregunto y no sé. Pero hay muchas cosas, en diferentes aspectos de mi vida, de las que estoy más dudosa que decidida. Y, ¿por qué escribo? Para mi es casi imposible de responder a esta pregunta. No sé. Es como preguntarme «¿por qué respiro?» Es un mecanismo incontrolable, sólo lo hago. Si quiero sobrevivir lo tengo que hacer, no me queda de otra. Pero, igual que con la respiración, hay veces que quisiera morir e intento dejar de hacerlo.

Inevitable y patético. Al final del día ya ni lo pienso y sólo lo hago. No es algo que yo escogí. No es como pintar de verde porque es vida o de azul porque es adiós. Es simple y es literal. Escribo y eso me llena y me conmueve.

Sin embargo, pienso que, de todo lo que he aprendido de la literatura, lo que más se me ha grabado ha sido el porque no he dejado de escribir. Que quede claro que no tiene nada que ver con el porque lo hago, aunque van de la mano y casi nunca se sueltan. Y si de lazos se trata ese es un porque no dejo de hacerlo. Estoy atada a las letras, a las palabras, a la narrativa. Estoy obsesionada con el suspenso de tres puntos terminando una oración y la pasión de una frase dicha con sinceridad. No puedo dejar de escribir. Me duelen las entrañas y se me cierra el pecho. Si no escribo, no pienso. Es mi motor. Pero, como cada motor, necesito un combustible. Lo sigo buscando. Te sigo esperando...

Y si sigo escribiendo es, solamente, porque busco encontrarte escondido entre los espacios en blanco que dividen cada párrafo de nuestro capítulo de despedida. Sigo escribiendo porque en verdad creo que llegará el día en que me leas y me entiendas y, tal vez así, no te olvides de mi. (En verdad lo creo)

Aunque, la principal razón por la que no he dejado de escribir es porque las letras son lo único que nos queda. Y si perdemos eso lo habremos perdido todo. Sé que te lastimé, pero he buscado las palabras para remendarlo. No sé como, no las he encontrado, por eso no he dejado de escribir.

lunes, 8 de octubre de 2012

Je vis pour elle

¿Cuándo fue que me enamoré de ti? ¿Habrá sido aquel momento en que acaricié tu pelo por vez primera? Qué hubiera sido de mi sin tu pelo. Y no es que fuera especial, de hecho, era común y corriente, pero era tuyo. Creo que lo extraño más que a ti. Aún recuerdo el día en que tuviste el impulso falto de cordura de cambiar tu cabello de una melena greñuda y alborotada a un peinado corto, lacio y ordenado. Ahí me di cuenta que tal vez no estaba enamorada de ti, sino de tu pelo.

¿O habrá sido el día en que rozamos nuestras manos con una torpeza tan tierna que nos hizo perder la lucidez del momento y del lugar? Recuerdo haber estado en clase a tu lado, tú no hablabas, siempre estabas callado. Sin embargo, ese día te sentí diferente, tal vez porque fue el primer día en que te sentí realmente. Opté por reírme en silencio de tu dulzura cuando te acercaste y me dijiste “la maestra me odia por tu culpa”, entonces ella se acercó y te echó en cara que estabas interrumpiendo su clase y tú, con una mirada triste y desesperada, me dijiste que era por mi que te había regañado frente a todos. Entonces yo te tomé de la mano, en realidad fue sólo mi dedo meñique entrelazado con el tuyo. Lo importante fue que no me soltaste y que sonreíste al sentirme ahí, a tu lado, mi piel contra la tuya. Esa tarde yo gané porque te hice mío para siempre.

Aunque, pensándolo bien, no fue ese día cuando me enamoré de ti, pero sí supe que te querría como a nadie y para siempre. Tal vez me equivoqué con lo último, pero te aseguro, entiéndelo bien, que nunca he querido a nadie como te quise a ti. Nunca.

Si ese no fue el día entonces, puede ser que haya ocurrido una noche en que me acariciaste el abdomen y sentiste esas cicatrices. Pensé que te enojaría el hecho de mi inmadurez y enferma acción de tomar un cutter y hacerme una cruz en el abdomen. Esperaba, justamente, que te decepcionaras de mí por ser tan tonta y obsesiva. Me preguntaste ¿por qué aquí? Y supiste, sin que yo te dijera, que me sentía gorda y fea. Me besaste la frente, pasaste tu dedo índice por mis heridas, me miraste a los ojos y me besaste la boca. Te abracé y luego me quedé dormida entre tus brazos. Y sí, creo firmemente que fue en ese momento, con todo y la incomodidad del tiempo, que me di cuenta que realmente te amaba. Fue en ese instante, en que cerré los ojos, que tú ganaste porque me hiciste tuya. Si no fue para siempre, al menos, por un largo rato. Al final, ambos perdimos. En un abrir y cerrar de ojos ya no estabas aquí.

Volviendo al pasado he llegado a concluir que no fuiste tú quien se alejó de mi. Nada en esta vida existe para prevalecer infinitamente. Yo no vine a este mundo a cambiarte ni tú viniste a convertirme en la mejor persona que podría llegar a ser. No, desde la primera vez que te vi supe que si entrabas a mi vida te ibas a ir tan rápido como llegaste y, aún así, quise arriesgarme a perderlo todo estando a tu lado. Justo así fue como pasó. Quiero hacerte entender, más que nada, que si no estamos juntos no es por ti. Y que si no me morí cuando te fuiste, tampoco es gracias a ti. Sólo que pocas cosas me han dolido más que tu ausencia y yo creo que la única razón es que dejé todo por estar a tu lado.

No quisiera sonar cursi y enamorada porque ni lo soy ni lo estoy, de todas formas debes saberlo, cuando decidiste buscar otro camino lejos de mi pecho cada noche junto a ti yo también tomé una decisión muy severa. El día que me dijiste adiós me juré, por el amor que te tuve, que jamás volvería a mirar atrás y eso que yo sabía que tu seguiste ahí por mucho tiempo esperando a volverme a ver sonreír. Con cada paso que daba lejos de ti tenía la esperanza de encontrarte en el camino. Sigo pensando que si la Tierra es realmente redonda nos volveremos a encontrar a la mitad del camino. No importa hacia donde vayas siempre y cuando sigas pensando en mí.

Luego, hay noches como ésta en las que recuerdo cómo las promesas terminan volviéndose mentiras con el tiempo. Como al prometerte que te esperaría hasta la muerte me mentí a mi misma y terminé por lastimarte, tal vez queriendo. Después pienso que tú sólo fuiste el objeto del deseo de nuestra época y que si te amé no fue por ti sino por el simple hecho de amar a alguien. Pienso que lo único real fue el amor y no importaba a quién sino cómo. De verdad, es irrelevante que te haya amado a ti, lo que realmente importa es cómo fue que te amé por tanto tiempo. Creo firmemente que, hubieras sido tú o hubiera sido otro, yo lograría sentir el mismo amor por cualquiera. Es claro que ya no, lo que te di ahora es tuyo, ya no es mío. Entonces, por eso pienso de nuevo en que cuando te fuiste me quedé vacía porque te di todo y me quedé con una lágrima que tú derramaste y un beso de despedida que me robaste. Y bien sabemos ambos que las lágrimas se secan y los besos no duran para siempre. Sin embargo, cuando te fuiste me enseñaste que lo perdido se recupera en otras cosas y por otros lados. Por eso todo el amor que te llevaste lo encontré con él y con el otro y con aquel otro. Al final entendí que más que vivir por ti viví por ellos. Tú no eres la razón por la que no me maté cuando no estabas. En parte, si sigo viva, es por ella.

Una vez Bocelli lo cantó, a todo pulmón y sin ojos. “Vivo por ella”. Pero no, amor, yo no hablo de la música. ¿Qué será de ti sin ella? Si hablamos de verdaderos amores entonces yo no soy nadie para ti. Dices haberme amado como sólo a una persona amarás. Pero el verdadero amor no es a alguien sino a algo. ¿Creíste, sinceramente, que al escucharme cantar estabas amándome a mi y no a tu música? Perfectamente bien sabes que no. No estamos en este lugar para decirnos que viviremos por algún mortal que ni siquiera le dará un giro a nuestras realidades. Y como te decía antes, yo no vine aquí a hacerte el hombre más feliz del mundo ni tú viniste aquí a hacerme sentir la más afortunada. Estamos aquí de paso y para buscar permanecer intactos en memorias y recuerdos. Quisiera morir joven y ser inolvidable al igual que tú y me consta. Por eso tú compones y yo escribo. Finalmente entendí que la verdadera razón por la que me enamoré de ti no fue por tu peculiar mirada sino porque inventaste en ti esa pasión que yo vivo día con día cuando tomo una hoja de papel vacía y comienzo a escribir cuánto la amo, a la literatura.

Julio 13, 2012

sábado, 6 de octubre de 2012

10.06.12

I guess I find comfort in the summer because I can feel the warm air kissing the scars of my skin.

There are days when I pour words of hope onto my body until I am drenched in a passional comfort, waiting for the sunrise to wrap its arms around me, protecting my soul with a sheet of light.

Cruel winters and falls have broken me in horrible ways which cannot be mended with a simple touch of cold air. I never did enjoy the freezing arms of it smothering my chest while I begged for the sun to shine above my head.

And that is why each year I long for the occidental rays to whistle back around and shift my bones back into peace.

I long for drizzle of humid sweat beneath my neck while our holding hands leave a trail of our hot skin touching in the summer breeze.

AC

roll the dice

if you’re going to try, go all the
way.
otherwise, don’t even start.

if you’re going to try, go all the
way.
this could mean losing girlfriends,
wives, relatives, jobs and
maybe your mind.

go all the way.
it could mean not eating for 3 or 4 days.
it could mean freezing on a
park bench.
it could mean jail,
it could mean derision,
mockery,
isolation.
isolation is the gift,
all the others are a test of your
endurance, of
how much you really want to
do it.
and you’ll do it
despite rejection and the worst odds
and it will be better than
anything else
you can imagine.

if you’re going to try,
go all the way.
there is no other feeling like
that.
you will be alone with the gods
and the nights will flame with
fire.

do it, do it, do it.
do it.

all the way
all the way.

you will ride life straight to
perfect laughter, its
the only good fight
there is.

- Charles Bukowski

jueves, 4 de octubre de 2012

Una confesión de a gratis...

No me gusta pensar que cuando dos personas están destinadas a estar juntas van a reencontrarse al final del camino. De hecho, sólo de pensarlo me da una tristeza insoportable. Es irremediable y deprimente imaginar que eso suceda, no sólo porque es inaudito, sino porque ¿de qué sirve? Bueno, sí, es verdad que si realmente amas a alguien la esperanza es lo último que muere. Y así pensaba yo antes. Es mejor reencontrarse al final a pesar de tanto sufrimiento que ya no volver a verse nunca. Sin embargo, sería mucho mejor decir que cuando dos personas están destinadas a estar juntas van a reencontrarse a mitad del camino. Así no sólo vive la esperanza sino la ilusión junto a ella. Qué mejor que encontrar a ese hombre (o a esa mujer) que perdiste y creíste jamás volvería y seguir caminando a su lado desde la mitad del camino hasta el final. Si lo encuentras al final del camino lo más probable es que el amor muera si ya no hay camino que recorrer, ¿no creen? Bueno, al menos eso es lo que yo siento.

Once de Mayo, 2012

sábado, 22 de septiembre de 2012

Mustaine

Marzo, 2011

Me pides que te de explicaciones de algo al que le he buscado mil razones. Tal vez me gustabas por tu pasión por la música. Tal vez por tu obsesión con la ortografía. Tal vez porque me hacías reír. Tal vez porque no podía tenerte. Y todas esas cosas todavía las tienes y por eso dudo de si era eso por lo que te quería, porque ya no me gustas. Sigues siendo el mismo de antes y ya no te quiero.

Y mientras le decía todo eso pensé, estoy mintiendo, estoy mintiendo.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Siempre llueve al final

Veintitrés de Julio, 2012

Al final se resolvió todo. Terminamos. Él lo tomó bien y decidimos seguir siendo amigos. Pero yo soy una estúpida. ¿Por qué? Porque sigo soñando con imposibles. Entonces tengo impulsos externos a mí que me hacen decir cosas sin sentido. Impulsos, como tus ojos, que me hacen decir cosas sin sentido, como que me gustas. Y tal vez por eso tú me digas que te gusto también y luego me beses. Y así estoy ahora, soñando con imposibles. Soñando contigo. Imaginando qué sería de mí si lograra contener mi necesidad de estar a tu lado

Pero todo es estúpido porque tú no estás y me da miedo que esto, lo que sea que hay entre nosotros, se pierda cuando te vayas. Y yo soy estúpida por pensar así y por extrañarte. Extrañarte más a ti que a alguien que realmente se lo merece. Porque a ti te extraño con dolor, hasta físico. A él por la costumbre de tenerlo cerca. Seguramente es obra del famoso karma que nos va jodiendo la vida. Sólo espero que tú me extrañes también y que te duela tanto como a mí. Aunque jamás te enteres de cuanto pienso en tí. Aunque yo jamás me entere si me recuerdas. 

Amar en silencio es la forma más terrible de amor que cualquier otro que vayamos a experimentar. Pero tú te vas y quiero creer que te duele dejarme. Eso es lo de menos. La distancia. Y no es sólo culpa de la distancia que no podamos estar juntos. Es culpa nuestra (aunque no haya un "nostros"). Porque yo lo sabía desde antes que me dijeras que piensas en mí y que me recuerdas. Yo sé que te gusto porque te veo y me doy cuenta que te cuesta contener la sonrisa cuando me miras. Siempre lo supe pero no dije nada porque yo no quería aceptar que sentía lo mismo. Y, ahora, es demasiado tarde. 

Tal vez me lo merezco. No obstante, no tengo nada de que arrepentirme. Justo esto es una explosión de una vieja represión de sentimientos y, tal vez, esto debía pasar para que ambos reaccionáramos. Para que tú supieras. Para que yo lo admitiera. Y no, no me arrepiento. 


"Is it really necessary every single day? You're making me more ordinary in every possible way. This ordinary mind is broken, you did it and you don't even know. Leaving me with words unspoken. You better get back cause I'm ready for more than this, whatever it is."

miércoles, 29 de agosto de 2012

Llévame a casa

Estoy segura que nunca nada se comparará a la forma en que me mirabas antes de irte. Como si tus entrañas estuvieran encadenadas a mi pecho. Tenías que alejarte de mí pero no querías y sabías que al llegar la noche tendrías que hacerlo. Llegué a pensar que con el tiempo resultaría menos doloroso verte partir, pues la primera vez fue tan sólo una de muchas; sin embargo, se volvió algo infinitamente doloroso. Aún me lastima tan solo recordar tu sombra, proyectada por la luz del faro, alejándose de las puntas de mis dedos. Y, estando ahí, parada en la entrada de mi casa, jamás llegué a pensar que tu partida sería definitiva. Siempre me imaginé que, aunque te fueras por la noche, en la mañana volverías a estar aquí y, no fue hasta después que comprendí que iba a perderte y que a ti ya no te dolía dejarme intrigada preguntando si te encontraría al otro día.

Una madrugada desperté y entendí que nunca ibas a volver. Sabía que vendrías pero tú ya no serías mío. Desperté sufriendo por la imagen de tu cabello moviéndose con el aire mientras emprendías un viaje opuesto al mío. Esa noche pensé que volverías y, aunque lo hiciste, nunca recuperé el pedacito de vida que te llevaste contigo. Ese pedacito de vida que yo aún creía que valía la pena para seguir adelante. Te llevaste toda esperanza de reencontrarme en el amor que perdí contigo. Saberte mío me daba fuerza y saberme tuya me daba confianza para sentir que era suficiente, para sentirme bien conmigo misma.

Sin embargo, aquí sigo. El mundo gira y yo sigo girando con él. Hay veces que se me escapa el tiempo de las manos. Otras veces hasta me sobra. Pero nunca falta el día en que piense en tí como algo que tuve y dejé ir. Fuiste como un destello de luz en la neblina. Desapareciste como las olas del mar borraron nuestros nombres de la arena. Y, a pesar de los años, te sigo queriendo. Y, a pesar de la distancia, sigo creyendo que si sigues caminando al lado opuesto llegará el día en que me vuelvas a encontrar en el mismo lugar donde me dejaste aquella noche que te fuiste sin mirar atrás.

sábado, 25 de agosto de 2012

"El amor no se improvisa" - Acción Poética

Tal vez sí nos equivocamos. Quizá nunca debimos partir. Sólo sé que no puedo mentirle, lo quiero y yo sé que lo sabe pero no estaríamos bien si fingiéramos que realmente valdría la pena. Porque era una pena estar a su lado. ES una pena estar a su lado.

Tal vez sí nos equivocamos sólo con pensar que funcionaría una relación más fuerte que nuestra amistad. Al final, creo yo, terminamos perdiéndolo todo por apresurarnos para no dejar que el tiempo se nos fuera. Ahora ya no lo siento como un amigo y sí me duele. Seguramente es el orgullo. Mi orgullo.

Tal vez yo me equivoco al enojarme porque no me busque si yo no lo busco primero. Tampoco espero ser el centro de atención en su vida, pero si es verdad que nuestra amistad aún vive, lo mínimo que pido es que me trate tal cual trata a sus amigos, y no que me haga menos.

Tal vez la mayor equivocación no es que yo ya empecé a tratarlo como él a mí, sino que a él parece no importarle. Y si le pedí que nos volviéramos a ver no es porque yo quiera recuperarlo sino todo lo contrario. Si le pedí que saliéramos fue, nada más, para despedirme, para dejarlo ir. Ni siquiera tengo ganas de convivir, ni con él ni con nadie. Quiero estar sola.

jueves, 23 de agosto de 2012

Por (verdadero) amor al arte.


Normalmente, uno escucha “viaje escolar” y piensa (casi al instante) que va a ser un viaje aburridísimo y qué flojera ir. Ese fue el caso con este viaje, muchos de mis compañeros decidieron quedarse por el simple hecho de no salir de su zona de confort, o yo que sé. Sinceramente, estoy muy satisfecha con haber estado todo un día en mi tierra natal, el Distrito Federal. Primero que nada porque pude apreciar el arte en muchísimos aspectos y segundo porque disfrute de un gran día a lado de algunos de mis compañeros y, por supuesto, mi maestra Karina.

El recorrido empezó en el Colegio de San Idelfonso, donde estaban expuestos los trabajos de Ernesto Neto. Ernesto Neto es un artista brasileño y en su exposición, “La lengua de Ernesto”, juega con la física y las matemáticas creando estructuras de hierro que se mantienen de pie por si solas con ayuda de un balance previamente calculado. Asimismo, utiliza diferentes tipos de texturas y perspectivas en sus obras. Esta exposición fue una de las actividades más recreativas y enriquecedoras que he presenciado y practicado, claro. Entre sus obras se encontraban cuatro que eran recreativas, lo que significa que el espectador dejaba de ser tan sólo eso para convertirse en una parte viviente de la obra. De esta forma él conseguía crear consciencia, desde los cinco sentidos del hombre, de la idea que quería expresar, ya fuera acerca de las clases sociales o el peso que cargamos en nuestra espalda, etc.

En el recorrido también visitamos el Palacio de Bellas Artes. Para mi, en particular, ésta fue una de las visitas más deslumbrantes que he hecho, ya que, después de escuchar la historia del conjunto arquitectónico pude idear una imagen hacia el pasado sobre cómo fue que se creo el edificio. Lo fascinante de todo esto fue cuando entré al Palacio y pude apreciar, físicamente, el contraste de dos épocas sumamente importantes en la arquitectura. Se me hizo sumamente interesante poder vislumbrar que la fachada del Palacio de Bellas Artes representa los detalles sumamente delicados, la extravagancia y el esplendor. Por el contrario, el interior se veía limpio, ordenado, sencillo, sin tantos ornamentos ni adornos en la arquitectura. En realidad, lo que más me intereso de ésta visita fue la arquitectura del Palacio de Bellas Artes. Sí llegue a ver algunas de las exposiciones pero no me parecieron lo más importante.

Durante el día en el DF, conocimos Down Town y todo lo que lo conforma, el hotel, los restaurantes, las tiendas y fue similar a la impresión que tuve con Bellas Artes, ya que la arquitectura de interiores era muy contrastante con la arquitectura del exterior. En la fachada se veía un edificio antiguo, vintage, y por dentro era arquitectura contemporánea, tanto en la decoración como en la estructura. En el MUMEDI, encontré muchas cosas de Diseño Industrial únicas e irrepetibles (todo carísimo, claro) y me pareció un gran lugar para promover tanto proyectos de origen mexicano. Hay tanto talento en nuestro país como para que no siga desarrollándose y el MUMEDI consigue que los jóvenes nos inspiremos en nuestra labor.

El Museo de Memoria y Tolerancia fue de mis favoritos, tanto por la hermosísima arquitectura como en lo que expone. Es un edificio minimalista, con acabados modernos y contemporáneos. El edificio en si es muy estético tanto por fuera, como por dentro y hasta en los mínimos detalles. Sólo presenta exposiciones de interés social que a la vez dan mensajes de una fuerza muy grande. La exposición que nosotros pudimos ver fue acerca de la Segunda Guerra Mundial. Es padrísimo como todo está planeado para hacer sentir a los visitantes. Yo, por ejemplo, empecé a “sufrir” desde el primer minuto que estuve dentro. El diseño de la exposición está increíblemente bien pensada para causar una serie de emociones en los espectadores, ya sea tristeza, enojo, o frustración. Todos salen del Museo de Memoria y Tolerancia teniendo de qué hablar.

En el Museo Metropolitano del Chopo pude ver cosas muy diferentes. Hay artistas que realmente tienen ideas increíbles en la cabeza. A veces hasta me pregunto de dónde sacarán tanto ingenio para crear mundos nuevos y cosas tan maravillosas. Más que nada lo digo por el tipo de obras que me encontré ahí, tanto de mostrar la personalidad de un animal usando cuerpos humanos, como hacer una serie de fotografías acerca de la homosexualidad, o idear un ambiente distinto con cosas simples como la luz y la sombra, etc. Me gustó la historia del cómo éste museo llegó a ser lo que es y me gustó pensar que, aunque los edificios dejen de ser cien por ciento funcionales en un punto de su existencia, puedan recuperarse y renacer, más o menos como un fénix, y crear cosas aún más emocionantes.

Por último, fuimos a la Biblioteca Vasconcelos. Este lugar es como el paraíso para mí, pues reúne mis dos más grandes pasiones, la Arquitectura y la Literatura. Es por eso que lo encuentro doblemente funcional pues puedo ir a esta biblioteca, apreciar la bellísima arquitectura y luego enamorarme de tantos libros. Yo creo que realmente fue el cierre con broche de oro que estuve esperando. Sobrepasó mis expectativas éste edificio tan inmenso y hermoso. Si tuviera la oportunidad de irme, me iría al Distrito Federal sólo por estar cerca de la Biblioteca Vasconcelos. No es exageración, realmente me robó el aliento. 

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Quién es normal?

Me he puesto a pensar que tal vez hemos estado equivocados.

¿Qué tal que en realidad hay voces y gente que no vemos y las personas que "alucinan" están, por así decirlo, más avanzadas del cerebro y neuronas y esas cosas y por eso ellos sí pueden percibirlo todo? ¿Qué tal que ellos perciben el mundo como realmente es y nosotros sólo vivimos en una parte de él? ¿No te has puesto a pensar en eso?

Yo en serio creo que hay algo más. Como que no podemos ser los únicos ni en este planeta. En serio. Cuando sientes que alguien está observándote, ¿qué tal que no es paranoia? ¿Qué tal que sí hay alguien viéndote pero no lo puedes ver?

Se supone que la locura es un mal funcionamiento del cerebro, o algo así, ¿no? Pero la minoría de la población mundial "sufre" de estos mal funcionamientos. Por eso se le considera "locura", se supone que no son normales. Pero percibir tantas cosas a la vez, ¿no los hace mucho más humanos? O sea, supón que tú sufres por algo y un depresivo se quiere matar por ese mismo algo. ¿Está loco por quererse matar o simplemente es más humano por ser más sensible?

(Me confunde)

A veces pienso demasiado. Tal vez no es tan complicado como lo estoy haciendo pero las cosas simples se me hacen falsas. Por eso le doy muchas vueltas a un solo asunto.

Si la vida fuera sencilla, y todo lo que existe en el universo también, no habría necesidad de seguir investigando y conociendo tantas cosas. No sé. Tantas cosas me complican a mi misma la existencia.

martes, 7 de agosto de 2012

"Where does the love go when it dies?"

There was a friend you saw every day when you were little. They were the friend with whom you built forts, told scary stories (trying not to fall asleep first), and ran around in the neighborhood until you had to come in for dinner. (Five more minutes, mom, please?) All of the most thrilling, scary, confusing parts of growing up and navigating a world three sizes too big for you seemed manageable with them, almost an adventure. Catching fireflies and wiggling around in sleeping bags, setting up a tent in your backyard, seemed like the stuff of a dangerous safari. You were sure you could catch a lion together, if only provided the proper equipment.

But things happened. You moved away, or they did, or seeing each other just got too hard. Even a simple change of school can do it. Before you know it, you’re an actual adult, and the person who knew you best for such an enormous part of your life — the only person with whom you share such an extraordinary quantity of childhood memories — is gone. You remember the first few months after you two were separated. You recreated all the little things you used to do together, spending hours up in the tree fort by yourself, hoping that you’d be enough to make the magic again. And one day you realize that there was just a certain kind of magic that existed between the two of you, at that time, in that small neighborhood, with those fireflies. It’s not that you’re not enough; it’s just gone.

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There was the person who taught you how to love. The person with whom you felt more alive and real and full than you ever imagined possible, who seemed to love even the dark, ugly corners of yourself you were constantly trying to squirrel away. They licked your wounds and told you that you were beautiful. They took you on adventures that didn’t even require you leaving your house. Between the bedroom, the kitchen, and the plush, perfect couch, you existed in a kind of seclusion from everything else in the world. You didn’t need anyone else. You lost entire days kissing, talking, laughing in the car holding hands over the stick shift. You remember the things they showed you, things you were certain that no other human had ever been privy to, things that seemed too beautiful to look at directly. With them, you were some kind of royalty, protected from the ugliness of the world outside.

But things happened. And one night, you found yourselves at the rough, tattered end of a conversation that spanned several hours and had clearly been overdue for weeks. You had both said things that stung, that made you question whether or not this was all some sort of mirage, that you could have imagined such a beautiful interlude out of such a crippling need to feel loved in some way. You can feel the tears welling up and burning the corners of your eyes, but had promised yourself a thousand times before arriving that, no, you would not cry tonight. But you do cry. And they cry. And you hold each other and cry. But in the morning, it’s still over. It’s gone.

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There was the friend with whom you came of age. Learning how to kiss, how to sneak a beer, how to run away quickly if you heard an authority figure coming — they made the education seem easy, even comfortable, learning everything by your side. You swapped tips, you grew, you started to figure out life in a way that adulthood would eventually demand. You started to understand what it meant to save money, to make hard choices, to worry about your future. Without realizing you were doing it, the two of you held hands and waved goodbye to the childhood that was clearly fading into your past. Though the future was scary, unclear, and full of all the tedium you knew would wear on your spirit; knowing that someone just like you was taking the step as well made it alright. “Everything is gonna change,” you would whisper at night, staring up at the stars, passing a single bottle between the two of you. “I know,” they would reply. And you knew, just knew, that it would always be the two of you seeing the change together.

But things happened. You had failed to account for the changes that would literally pull you in different directions, that would make you a sort of new person, that would leave one or the other longing to forget about their wild days before adulthood and everything that came with it. From distance, emotional or geographic, the rate at which you come together to share everything dwindles to nothingness. Eventually, it’s been too long to just call them back. Things have become strange, and there’s a certain metallic taste in your mouth when you think of the memories that have nearly evaporated into thin air behind you.

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Where do these people go? What do they do? Is there some kind of colony in which they all live together, holding hands and thinking of the time they spent with you? Of course not, that would be ridiculous. People are whole entities with their own struggles and histories and reasons for not calling back, and they can’t spend the rest of their lives thinking about how great it was when you two were together. But it was great, wasn’t it? And the idea that they can go a whole lifetime without ever looking back and feeling that aching, sinking feeling in their stomach, that crippling nostalgia — it’s almost worse than the ending itself. The separation is so much more bearable when you know that you both look back fondly, and would always want to meet for a coffee, should the occasion arise.

Just because you two are no longer the comic book duo that you once were doesn’t mean that you don’t want to see a Christmas card from their new family, or hear about their big move, or find out whatever became of their incredible talent for drawing. This isn’t about a broken heart. A broken heart implies a kind of shattering, a searching the hardwood floor for pieces that might have gotten lost under the couch. Yours isn’t broken, it’s long-since been patched together and, despite the occasional stutter, functions quite well. This is about a heart that aches with memories too big for its fragile little form, that is bursting on all sides from love that longs to be accepted, to at least be vocalized. This is a heart that dies a slow, quiet death from this awful need we have to pretend as though something never existed the second that it is over.

And where does this love go? Because it’s impossible to believe that it simply ceases to be a part of our universe, that it falls into some pinprick-sized black hole and no longer floats amongst us, making the world brighter for its once having existed. Things are better because you caught fireflies in your back yard, because you kissed under a blanket with your hands on their chest, because you drove around in circles in your parents’ car, blasting music. This love must still exist somewhere, transmuting into more love and better love and love for people who haven’t yet felt it. It must be there, because you still remember it.

Maybe we just need to hear that they do, too.

Jul. 5, 2012 By Chelsea Fagan

sábado, 4 de agosto de 2012

Trece de Junio, 2012

De vez en cuando sobre analizo cada detalle de mi vida y me doy cuenta de lo mucho que he cambiado en tan poco tiempo. Hay veces en que hasta me asusta lo diferente que soy ahora y es más bien el temor a que me he convertido en alguien que nunca creí ser. Recuerdo que hasta hace tres años decía que jamás sufriría por cosas tan insignificantes como la noche y ahora me encuentro pensando cómo es posible que es en las noches cuando más triste me siento.

Tal vez sea que he empezado a ver la vida como es y no sólo como he querido imaginármela. Y eso duele. Duele como perder al primer amor verdadero, pero el dolor se siente por partes y es casi imposible acostumbrarse a él. No sé si haya algo peor que darse cuenta que la razón por la que tal vez existía un velo de felicidad en la vida era nada más por la ignorancia. No saber que algo está mal es la mejor razón para creer que todo está bien. Y tampoco es que quiera sonar tan dramática. Es sólo que es verdaderamente triste pasar de creer en los sueños a entender realidades y atenerse a las consecuencias de imaginar.

Yo no creía en un mundo alterno hasta que un día descubrí que el mundo en el que he vivido no se parece en nada al que estoy viviendo en realidad.

martes, 31 de julio de 2012

«No estén tristes. No me he alejado.»

Debajo de un cielo tan cristalino uno siempre se pregunta si esto es paz. Y si lo es, ¿en qué consiste sentirse en paz? ¿Será que es desprenderse de las penas y ya? Entre tanta naturaleza intimidante de esta carretera escénica cada quien tiene diferentes pensamientos. Y en esta camioneta blanca hay alguien que ya no puede seguir viajando encerrada mientras afuera hay todo un mundo de posibilidades y oportunidades que la naturaleza parece exigir de ella. Y tal vez no sea normal que mientras otros exclaman lo hermoso que es el paisaje ella sólo quisiera que su padre tuviera un colapso nervioso para estrellarse contra unas rocas y luego caer por uno de los múltiples barrancos del camino. Tal vez un momento de dolor y después podrá descansar por siempre. ¿Es este un pensamiento suicida? Preferir morir en un accidente automovilístico así de fatálico en vez de seguir encerrada en el automóvil imaginando una muerte dramática. ¿Y qué si se le cumple? ¿Y qué si se le cumplió? 

Mientras ella duerme, y seguramente sueña con algún hombre al que dejará ir por siempre, ni siquiera se imagina que en la distancia se encuentra otro coche con destino a un "Pueblo Mágico" del que ella regresa. Mientras ella duerme sus abuelas platican del hijo de la vecina que ya se casó y tiene dos hijos, o de la tienda que acaban de inaugurar y de la comida casera que piensan preparar de regreso a su hogar. Mientras ella duerme, su hermana intenta descansar de la carretera mientras se refugia en la música de su iPod. Mientras ella duerme su madre va con los ojos en el camino, aferrada a la idea de que en cualquier momento podrían morir. Mientras ella duerme su padre se distrae con la inmensidad de las montañas al lado izquierdo de la carretera. Se distrae por un momento y ese momento basta para no ver que al frente del trayecto están arreglando un fragmento de la carretera y para cuando su madre grita «CUIDADO» y su padre da un giro con el volante para evitar chocar contra un coche que se encamina al pueblo del que ellos vienen ella despierta. Despierta para ver a su hermana dormida, a su madre gritando, a su padre sudando de los nervios y a sus abuelas calladas con cara de pánico. Despierta y se da cuenta que por fin ocurrió lo que imaginaba y en la curva de enfrente caen. La camioneta gira por las piedras hacia lo más profundo del bosque que los rodea. Sigue girando hasta encontrar un piso plano en donde frenar. Volteada la camioneta ella cierra los ojos. Escucha un estallido y los vuelve a abrir. La sangre le escurre por la frente. Los vidrios de la ventana de su lado derecho están encajados en el cuerpo de su hermana. Sus abuelas están intactas pero no se mueven. Su padre grita del shock al mismo tiempo que intenta despertar a su madre que yace muerta en el asiento del copiloto. Recuerda las últimas palabras que dijo su madre acerca de la maravillosidad de la naturaleza que la mató. Todo a su alrededor está en paz. 

El cielo no le da paz, pero saber que morirá en unos segundo sí. El problema es que sigue viva y ni siquiera puede sentirse liberada de la carretera, sigue encerrada en el auto, con los pulmones colapsando y un dolor irresistible en el pecho, tal vez de taquicardia. Las lágrimas que recorren su rostro están manchadas de sangre. Despierta de su fantasía de morir y se da cuenta que a su lado está su hermana, descansando. Y cuando se da cuenta que ella no podrá descansar le da envidia. 


Dos semanas después despierta en una cama de hospital. A su lado no hay nadie. Mira hacia la ventana y ve el cielo azul y el sol brillar. Se levanta, camina al espejo, mira su cara, sus brazos, su pecho y no recuerda qué le pasó. La cicatriz en su frente no le dice nada. No sabe qué día es, ni qué mes. No recuerda nada, pero voltea a ver de nuevo fuera de la ventana y el azul del cielo que penetra su mirada le hace sentir ganas de estar muerta. Mira a la mesita de noche a lado de su cama y encuentra una notita escrita a mano: «Espero que cuando despiertes yo esté ahí para decirte que vas a estar bien.» Voltea la nota y ve una foto. En la foto está ella y no recuerda quién es la niña recargada en su hombro, pero es idéntica. Como dos gotas de agua. Idénticas.

lunes, 30 de julio de 2012

Primero de Octubre, 2011


Cuando dices te amo de la manera más sincera en el mundo, en serio no hay nada que detenga ese amor. Se vuelve algo inmenso e insuperable y sí, pueden decir que es uno de los mejores sentimientos del mundo, pero con todo amor viene el egoísmo, el miedo, la envidia y por supuesto la autodestrucción. No estoy diciendo que eso signifique que el amor sólo termina en destrucción. No, es claro que cuando encuentras a la persona indicada el amor jamás termina, pero yo ya no estoy segura si creo en eso.

Una vez que encuentras a una persona que te roba el aliento y te hace sentir no sólo mariposas en el estómago sino fuegos artificiales en todo el cuerpo es muy difícil que la olvides aún si no es “el amor de tu vida”; una vez que en serio te enamoras es muy complicado dejar ir. O puede que sea cuestión de fuerza y voluntad. Yo por mi parte lo encuentro sumamente complicado, para mí es imposible dejar de pensar en una persona a la que en verdad he amado.

La veo en mis sueños hasta cuando no duermo y eso lo hace más difícil de olvidar. Es por eso que considero que no estoy bien, porque por más que diga -sí, ya estoy bien, estoy lista para seguir adelante y volver a vivir mi vida- estoy mintiendo. No sé si llegará el día en que deje ir todo el pasado, no es fácil seguir adelante cuando vez un futuro que jamás superará a las experiencias ya vividas. Es demasiado difícil ver un nuevo día y decir que ese será uno de los mejores de tu vida si cuando ves atrás ves lo maravillosa que era y crees que nunca volverá a ser igual o cerca.

Es muy triste al menos para mi porque sé que a nadie le interesa y mientras más lo digo más me lo creo, ya que estoy segura que la mitad de la gente que me conoce sólo finge hacerlo. Igual y sí saben quién soy, cómo me llamo, cuál es una parte de mi historia. Pero para conocerme completamente necesitarían haber vivido mis traumas a mi lado.

Nadie nunca llegará a conocerme porque en realidad hay cosas de mí que ni siquiera yo conozco. Mientras más vivo menos entiendo, pues de repente vuelven recuerdos a mi mente que yo había creído estaban borrados de mi consciencia haciéndome ver que todo lo que creo no es real, que lo que creo es sólo una parte de lo que en realidad es y por más que intente entender es imposible porque cuando por fin creo haber comprendido algo una cosa nueva sobresale en mi vida, ya sea de mi presente o mi pasado, y me hace ver que tan equivocada he estado desde el momento en que empecé a respirar. Así que no me vengan a decir que he hecho bien y que he hecho mal porque en realidad eso del bien y el mal no existe, es relativo y, al menos para mí, irreal. No me vengan a decir quién soy o cómo soy y cómo puedo arreglar mi vida, porque no saben. No saben nada de mí.

domingo, 22 de julio de 2012

Cinco de Marzo, 2011.

Hoy, estaba aburrida así que encontré unas preguntas en facebook y decidí contestarlas aquí porque no tenía nada que hacer. Y había 2 preguntas que no pude contestar fácilmente porque es complicado. Y entonces me puse a pensar, que no he superado mi pasado, o al menos no como yo quería.

Primero que nada, una de esas preguntas era: Te arrepientes de algo de tu pasado? Y la verdad es que yo antes no me arrepentía de nada, pero ahora sí. Y la respuesta a esta pregunta va ligada a la otra que es: Sabes amar? Y a esta contesté que no. Lo que pasa es que según yo me enamoré, y se podría decir que sigo enamorada. Pero lo nuestro nunca fue amor. Era algo enfermo, era dolor. NO ERA AMOR. Y lo sé porque yo sufrí con él, pero tampoco puedo negar que fui la persona más feliz del mundo. Entonces me confunden las dos preguntas.

Hablé con mi ex y él me dijo que sufría y le dolía estar a mi lado. Y que yo parecía disfrutarlo. Tal vez sí fue mi culpa, no lo voy a negar. Pero me arrepiento de haber salido con alguien que no tuvo la confianza de decirme lo que sentía, porque siempre se sintió así y nunca tuvo el valor de mencionarlo. Y me arrepiento de haber sido yo la que lo hizo sufrir, porque a pesar de lo agradecida que estoy con él yo sé que no era amor. Entonces eso me hace pensar que no sé amar. ¿Cómo puedes saber que amas a alguien si lo único que haces es herirlo?

Seguro estoy exagerando, como siempre, pero esta vez en serio me hizo entender. Lo que yo viví con él no era amor. Fue la relación más intensa y emocionante que he vivido. Pero emocionante en muchos sentidos, no sólo era la alegría de estar con él sino también el miedo y la dependencia que me consumía.

Por eso decidí, erroneamente, a no volverme vulnerable. El amor puede llegar a ser real, hasta cierto punto. Pero lo que es verdadero no termina y la verdad es que lo nuestro termino y yo no tuve ni ganas de hacerlo durar, y él tampoco.

Lo nuestro no fue amor, el amor es eterno y lo que yo sentía por él simplemente… ya no existe.

Juré nunca mirar atrás...

Veintidós de Julio, 2012.

Acabo de leer algo que escribí el cinco de Octubre de 2010. Es uno de los más sinceros textos que he escrito, en mi opinión, y hasta en ese entonces pensaba que era basura. Fue tan fuerte encontrarlo porque siento que todo lo que escribí ahí es justo lo que soy ahora - exceptuando una cosa.

He aquí el texto:
He estado pensando en esto por mucho tiempo y por fin tomé una decisión. Tal vez no sea la mejor opción y probablemente mucha gente no la aprobará, pero bueno, es mi vida y ya no sé ni que hacer con ella.
Feedback. Estoy algo así como en depresión otra vez por la misma estupidez de siempre. 
He decidido dejarlo todo atrás, olvidarme de mi pasado, dejar de buscar razones para el futuro. Voy a olvidar que lo amé, voy a olvidar que me amó, o al menos dijo hacerlo. Ya no voy a esperar más por cosas que no volverán y si es necesario me desharé de todo lo que me recuerde que una vez fui feliz con una persona que juré que jamás me lastimaría. 
Voy a dejar de creer ciegamente en la gente, dejaré de confiar en las palabras, me voy a basar en las acciones para volver a dar todo de mí a una persona. Dejaré de ser yo la que luche por algo, a menos de que ese algo me demuestre que luchará por mí. Ya ni siquiera busco una relación de amor con otra persona, sólo quiero a alguien que esté dispuesto a entenderme, a estar a mi lado sin juzgarme, a tener el valor de ayudarme a encontrar mi camino. No quiero más promesas, no quiero más juramentos, la vida es un desmadre como para creer que en algún punto ya sabes cómo será el futuro. No haré más planes para cuando tenga 25 años y mucho menos si estoy pensando que a esa edad seguiré con la misma persona con la que estoy ahora. 
Ya no creo en el amor, al menos no por ahora. Igual y esto está mal y si por esto me vuelvo una amargada pues me lo merezco. Estoy buscando otra vez a esa mujer que antes se reía de sus derrotas en vez de llorar por cada fracaso. Quiero volver a levantarme porque llevo mucho tiempo en el fondo de un agujero que parece no tener principio, y aún así lo encontraré. Encontraré la salida a esta desesperación y angustia, a este miedo que controla cada uno de mis pasos. 
Quiero volver a vivir, pero me temo que no podré vivir aquí. Me voy a ir de esta ciudad, ya tomé mi decisión. No quiero seguir aquí. No voy a seguir aquí y si por esto me llaman cobarde, por alejarme de mis propios problemas, pues me vale madres. Quiero olvidarlo todo. Quiero empezar desde cero y no puedo hacerlo si me quedo en el lugar que me recuerda el poco valor que me he dado. 
Sí, creo que es hora de que empieze a vivir por mí y no por los demás. 
¿Cuál fue esa excepción? Perdí la determinación a emprender un nuevo camino. A mi parecer, me he vuelto cobarde. Hace dos años soñaba con ser la niña fuerte y decidida que era hace cuatro años. Ahora sólo quiero volver a tener el valor de tomar una decisión así de importante. Siento que nunca estaré satisfecha con quien soy. Siempre va a faltar algo, por más pequeño que sea, que solía ser en el pasado y que con el tiempo perdí.

Noche Divina

Dieciseis de Noviembre, 2011.


¿Qué celebrábamos? No importa. ¿Por qué celebrábamos? Seguramente por el siempre hecho de estar vivos. ¿Quiénes celebrábamos? En realidad, éramos un montón de gente bebiendo y riendo, olvidándose de sus penas y siendo felices aunque fuera tan solo por una noche. Pues, al final, ¿qué es mejor que una noche de amor y fantasía? Lo único que se me ocurre es que esa fantasía se vuelva realidad.

La forma en que pasó todo fue lo más mágico. Lo recuerdo muy bien a pesar de que no puedo describir cada detalle por el exceso de alcohol en mis venas y, supongo, también en las de él. Me abrazó, lo miré a los ojos, lo solté y me fui. Suena simple e irrelevante, pero nunca se debe tomar por sentado el valor de una caricia. Entonces, cuando sus brazos rozaron los míos sentí como se vaciaban mis pulmones y, no miento, me costó trabajo respirar. Cuando nos soltamos sentí que perdí una gran parte de mi esencia. Tal vez suene exagerado y hasta voluble pero al alejarme de él me di cuenta de lo mucho que significaría en mi vida si no lo desaparecía para siempre de ella.

Por supuesto que no lo logré, ni siquiera tuve el valor de intentarlo. José, el sujeto en cuestión, ya se estaba volviendo inolvidable.



Pasé la noche de maravilla sin cruzarme ni un momento con su mirada. Es más, llegué a pensar que podía estar bien sin él para siempre. Bebí hasta perder un poco el pudor; normalmente este acto diabólico - como lo suelen llamar mis padres - me apena hasta más no poder, sin embargo esta ocasión fue diferente, yo sabía que nadie se iba a acordar al día siguiente de lo que había pasado la noche anterior, o sea, en la peda. Grave error, yo lo recordé todo.

Durante un lapso de entre media hora a una hora entera me vi recargada en su pecho o él en el mío, mientras nos acariciábamos el pelo, yo con tanto cariño y él con tanto cuidado que por un momento creí que nada podía ser mejor que ese momento. Tal vez adivinaste, me volví a equivocar y, cuando menos lo esperaba, sentí sus labios al tocar los míos. Aún puedo sentir su sabor en mi boca y aún puedo percibir el perfume de su piel en el ambiente.

El beso fue tan apasionado, tan letal, que si hubiera estado completamente enamorada me perdía. Y fue sólo eso, un beso, pero comenzó una aventura maravillosa en nuestras vidas. Marcó huellas imborrables y sacrificó recuerdos e ideas inalcanzables. Para mí ese beso fue EL BESO. Y daría lo que fuera por volver a vivir el momento, por volver a despertar al otro día a las siete de la mañana y lo primero que vea sea su cuerpo acostado junto al mío.